La aprobación de ocho extranjeros por parte de los clubes de la LigaPro para el campeonato de fútbol del 2023 es una medida desesperada de los dirigentes.
Esa muletilla de que se ‘juega como se vive’ es real en el país. Ya no hay dudas de la mixtura de cómo está confeccionado el campeonato de fútbol del Ecuador; los clubes se van acomodando de acuerdo a las circunstancias, así ha sido a través de su historia. Antes lo administró la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) y ahora lo hacen los propios clubes.
La norma de incluir ocho extranjeros en un partido es una medida desesperada, supuestamente sostenida por los altos costos de salarios que solicitan los futbolistas ecuatorianos. Pero lo que evidencia es la forma cómo ha operado el fútbol a través del tiempo, en la que se siguen adoptado medidas parches, sin sustentos, alejadas de la realidad económica del país y de la modernidad.
La LigaPro está en la obligación de establecer un guía en la organización, pero a largo plazo, que sea más sostenida y no perecible. ¿Por qué no exigir que haya más inversión en las divisiones formativas de los equipos?En el 2019, la LigaPro difundió que los pasivos de los equipos de la Serie A y de la B llegaban a los USD 112 millones. Ahora ese rubro aumentó y bordea los USD 150 millones.
El fútbol del Ecuador necesita una reingeniería, un baño de verdad, en la que se establezcan procedimientos, en la que no se legisle de acuerdo a las conveniencias de clubes; sus dirigentes están en la obligación de transparentar procesos, de encontrar los caminos adecuados a la crisis económica por la que atraviesan.
El campeonato se empezará a jugar desde la tercera semana de febrero y la decisión ha originado cuestionamientos a los procedimientos aplicados por los dirigentes de los clubes y de la LigaPro. El sindicato de futbolistas amenaza con parar de mantenerse los ocho extranjeros por equipo, un camino que no ayuda a la formación del jugador ecuatoriano.