En política, todo es posible. Más en Ecuador. Incluso tomar una condición por la que atraviesan al menos 5 738 personas en este país, con el mayor desparpajo para favorecer intereses oscuros.
El autismo, o Trastorno del Espectro Autista (TEA), es una condición neurobiológica que afecta el desarrollo neurológico y se manifiesta en déficits de interacción social, comunicación verbal y no verbal, comportamientos repetitivos e intereses restringidos. Esta condición no es una enfermedad mental ni una discapacidad intelectual, aunque puede coexistir con otras condiciones médicas o psiquiátricas.
Cualquier referencia negativa es simplemente desconocimiento de lo que gente como Albert Einstein, Tim Burton, Isaac Newton, Elon Musk, David Byrne, Anthony Hopkins o Leo Messi han brindado al mundo y demostrar, con sus habilidades, que esta condición no es un impedimento para una vida plena.
Comprender el autismo implica reconocer la neurovariabilidad, es decir, las diferencias individuales en la estructura y función del cerebro que influyen en cómo las personas procesan información, se comportan y responden a su entorno.
En Ecuador, el uso político del autismo ha cobrado relevancia y ha sido objeto de crítica por su impacto negativo en las personas con autismo y sus familias. Este uso oportunista muestra una profunda falta de conocimiento y sensibilidad hacia la condición, convirtiéndola en un sinónimo de limitación intelectual y contribuyendo a la discriminación.
Es crucial entender que el autismo no es causado por factores psicológicos en la crianza ni es un trastorno degenerativo. La investigación ha identificado factores genéticos, ambientales e inmunológicos que influyen en su desarrollo. Por ejemplo, ciertos genes asociados con la migración neuronal y la formación de conexiones neuronales están relacionados con el autismo. Además, la exposición a factores ambientales durante el embarazo, como fármacos y toxinas, también incide. Además, se investiga la relación entre la microbiota intestinal y el desarrollo del autismo.
Cada persona con autismo experimenta una combinación única de síntomas, habilidades y desafíos. Esto implica que, mientras algunos pueden tener habilidades excepcionales en áreas como las matemáticas o la música, pueden enfrentar dificultades significativas en la comunicación verbal, lo que afecta a su cotidianidad. Reconocer esta neurovariabilidad permite diseñar intervenciones personalizadas que maximicen las fortalezas y aborden las dificultades de manera efectiva.
Las asociaciones de familiares de personas con esta condición han alzado su voz en contra del uso político del autismo. Cualquier referencia destinada a descalificar les hace daño. Casos extraordinarios de personas con esta condición dan pie para asegurar que cualquier referencia negativa es simplemente desconocimiento de lo que gente como Albert Einstein, Tim Burton, Isaac Newton, Elon Musk, David Byrne, Anthony Hopkins o Leo Messi han brindado al mundo y demostrar, con sus habilidades, que esta condición no es un impedimento para lograr grandes cosas.
Los especialistas aseguran que las personas con autismo son capaces y no tienen impedimentos para ejercer cargos a cualquier nivel. La condición neurodiversa de una persona no debe ser utilizada como herramienta política, y tal uso refleja la ignorancia y fomenta la discriminación.
El uso político del autismo en Ecuador es un acto irresponsable que contribuye al estigma. Es esencial que la sociedad y los líderes políticos comprendan y respeten la neurovariabilidad del autismo, promoviendo la igualdad y los derechos de todas las personas, independientemente de su condición. El estigma de vivir con el autismo en Ecuador debe desaparecer.