Navidad es un tiempo de unión, de familia, de visualizar un Ecuador en donde nos cobijen los buenos pensamientos y mejores actos. Sobre todo luego de un año en el que el clima social no ha sido favorable por varias razones.
Quito fue golpeada por uno de los aluviones más destructivos de los últimos 50 años. Y, muy a pesar de esto, de
las historias de dolor, surgió un recodo esperanzador: toda una ciudad se unió a favor de los damnificados. De alguna forma, la Navidad tiene esa dinámica, es una época para superar los traumas de un conjunto social que está trastocado. No se puede ser indiferente a las matanzas ocurridas en la cárceles.
No se debe cerrar los ojos ante los altos índices de empleo inadecuado ni a que los gobiernos han desviado por largos años su vista del problema de la desnutrición crónica infantil. Asimismo, no es posible olvidar que tal como se confiscan miles de toneladas de droga, hay una mafia transnacional que corrompe todos los niveles de la sociedad ecuatoriana, y se estima que, a pesar de los esfuerzos del Estado, el hampa logra pasar más material para su ilegal negocio ungido por la corrupción.
Es una constante que en todo proceso electoral los políticos utilicen esta época como una catapulta para sus propósitos a través de dádivas (cabe un debate acerca de alejar lo más posible las elecciones de la Navidad ya que el voto es obligatorio, incluso hablar sobre este último punto, si es que es necesario sostener a la clase política con un sufragio obligado, porque siempre que un grupo gana hace esfuerzos para beneficiar a su cofradía de simpatizantes en el mejor de los casos, o a su círculo íntimo tal cual sucede regularmente. Ganar los comicios significa tener la
obligación de gobernar para todos los ciudadanos).
Y sin embargo, en esta época nos reunimos en familia y nos rodeamos de esperanza. Lo lógico es que ese sentimiento positivo se diluya con el tiempo. Pero en las horas de oscuridad quizá lo mejor sea recordar que ese espíritu que nos acoge en Navidad pueda seguir presente en los días más aciagos.