En los países en los cuales se practica el pluripartidismo para sustentar las democracias y que así se integran a la Unión Europea, hay convocatorias de sus parlamentos para que, en una sesión ordinaria conste en el orden del día un tema prioritario. En Madrid, hace pocos días, leí en la prensa que se iba a debatir “la oposición al gobierno”. Aquí, se enuncia como una gran concesión que hace el poder absoluto, la apertura de un diálogo político, tal vez como respuesta a la creciente oposición a la que ha llegado el pueblo ecuatoriano.
Unos sectores dirán que se trata de una insolencia; otros de la necesidad de encontrar un camino para despedirse, cuando el Gobierno cumpla 10 años, el período más prolongado de toda nuestra historia. Lo cierto es que las bases sociales ya han resuelto expresarse en las calles de todo el país, el 13 de agosto próximo.
La razón más contundente es la de que este poder que quebró las bases democráticas, y se expresa solo con base en el poder absoluto, vive su fase final, o claramente la despedida, porque hay elementos suficientes para intuir que en las elecciones presidenciales próximas, los sufragios serán contrarios al correísmo.
Otra razón contundente sería la de que el gran escenario para el diálogo nunca estuvo abierto en la Asamblea Nacional, porque la aplastante mayoría de un centenar, ahora de 99, cerró espacios para que sean escuchados y, sobre todo, aceptados los argumentos de la oposición política expresada en ese seno nada democrático.
En el marco de esta realidad política, hace fondo decisorio el pensamiento del gobernante, que anularía cualquier diálogo que podría durar muchos días y hasta semanas, en las cuales se presentarían ideas, se escucharían propuestas, se abrirían foros, etc. Pero todo ese valioso material quedaría encarpetado ante la omnímoda posición presidencial. Y más aún, ahora sí hay que ubicar, en el primer nivel de importancia, al proyecto de enmiendas que violan, en mi opinión, la Constitución que nos rige, y que debían ir a consulta popular.
Las siguientes enmiendas son fundamentales para un análisis serio: 1. Quedará abierto el camino a la reelección presidencial vitalicia. 2. Se situará en 30 años la edad para inscribir candidaturas a la Presidencia y Vicepresidencia de la República. 3. Se limitará más al derecho universal de la comunicación libre al ubicarla como servicio público. 4. Se restringirá la libertad sindical de servidores públicos y privados. 5. Se eliminará la facultad imprescindible de la Contraloría General para fiscalizar sin ninguna restricción. 6. Se lesionará a la soberanía popular eliminando del art. 104 de la Constitución, el inciso 4, que dice: “La ciudadanía podrá solicitar la convocatoria a consulta popular sobre cualquier asunto”, al suprimir “cualquier asunto”. 7. Se encuadrará a las Fuerzas Armadas en torno a misiones estrictamente policiales.
En estas condiciones, en las cuales hay enmiendas en pleno y apurado trámite, ¿qué diálogo puede abrirse?