¿Qué llevó al Tribunal Supremo venezolano, y antes que a éste, a sus jefes, el presidente Maduro y sus colaboradores, a conceder la excarcelación de Leopoldo López? ¿De qué depende el que haga un giro tan benévolo un régimen cuya voluntad de brutalidad se ha manifestado desde hace años?
Son dos los fenómenos que permiten explicar esa sorprendente y muy satisfactoria decisión (satisfactoria no porque Leopoldo López pase a estar bajo arresto domiciliario, lo cual sigue siendo una injusticia, pero sí porque atenúa los rigores a los que estarán sometidos él y su familia).
El primer fenómeno, materia de un excelente reportaje en EL COMERCIO del 7 de julio, es el creciente número de prominentes figuras del régimen Chávez-Maduro que han desertado y se han pasado a la oposición. La más conocida es la Fiscal General Luisa Ortega, pero no es la única: el grupo incluye a un Juez del Tribunal Supremo, a varios generales, a la ex defensora del pueblo, al antiguo gurú económico de Chávez, que formaron parte del régimen pero ya no están dispuestos a apoyarlo. La teoría de la resistencia civil plantea que este tipo de viraje puede darse por dos motivos principales: porque quienes cambian así de posición perciben que el régimen autoritario se está desmoronando, y escogen ponerse a salvo antes del diluvio, o porque en realidad cala en sus consciencias lo inaceptable, en términos políticos y morales, de la continuada represión de un pueblo.
El segundo fenómeno, el crucial porque sin él no se daría ese primero, es el mantenimiento de una valiente (por lo arriesgada), firme, masiva y continuada resistencia civil, aun frente a tan brutal represión como la que estamos viendo en Venezuela, ante la cual la vergonzante inacción de los gobiernos latinoamericanos ha ignorado la Responsabilidad de Proteger.
Los gestores y héroes del proceso son esos cientos de miles de anónimos (hasta que mueren) miembros de la sociedad que, lejos de quedarse sometidos, salen a las calles y plazas a seguir exigiendo que se les libere del yugo infame y se respeten sus derechos. Es éste el fenómeno que debemos comprender. ¿Cómo nace? ¿Qué lo mantiene vivo? ¿De qué depende? De la consciencia de cada quien, del acto de asumir, cada uno de nosotros, nuestra condición de seres humanos dignos, responsables del mundo en el que vivimos, de la sociedad de la que formamos parte y del bienestar común de todos.
Leopoldo López no está hoy en su casa gracias al presidente Maduro ni al Tribunal Supremo: está ahí gracias a que, no obstante el indignante régimen que tiene a Venezuela secuestrada, y a los indignos, en todo el mundo, que apoyan a ese régimen, es mayor el sentido de su propia dignidad de millones de venezolanos de a pie. Mi inmenso respeto.