¿Demencia juvenil?

Nadie aprueba el vandalismo. Destrozar negocios, romper parabrisas, quebrar señalizaciones de la ciudad o agredir a transeúntes no es la manera de manifestar la inconformidad. Tal actuación desprestigia la protesta social.

La protesta es un derecho humano. La gente debe expresar libremente sus necesidades, críticas y disidencias. Debe hacerlo con altivez, energía y argumentos sin dañar a nadie. Una manifestación así planteada gana simpatías. Es un triunfo. La que se la hace con violencia y sin ideas, se envilece, degrada, pierde credibilidad y autoridad moral. Es un fracaso político.

Para quien tiene experiencia en la lucha popular sabe que el desborde violento de una manifestación es una posibilidad latente si no se tiene el cuidado debido. De allí que los dirigentes conscientes y estratégicos cuidan que no se produzcan desafueros y excesos. Es más, están pendientes que en las filas de la manifestación no se infiltren agentes provocadores pagados, que siempre aparecen y son los que impulsan a la masa a actos brutales.

Hay múltiples formas de protesta. Unas planificadas y pacíficas, otras no. La historia de la humanidad está plagada de acciones de masas espontáneas, irracionales y altamente destructivas. Se lanzan contra personas, objetos o los símbolos que consideran causantes de su angustia. No hay líderes, no hay ideas. Hay pasiones desbordadas, bronca, frustraciones. Sus causas son múltiples y diversas.

Lo sucedido en días pasados en el Colegio Central Técnico parecería que se ajusta a esta última forma de "protesta". Hubo un desborde espontáneo y violento de los estudiantes. ¿Por qué? Por un hecho en apariencia irrelevante. El cambio de nombre de su institución por el de Unidad Educativa "Temporal". Esta fue la gota que derramó el vaso. Se negó una identidad. Preguntas: ¿qué contiene el vaso? ¿Por qué rozar una identidad dispara reacciones tan radicales? ¿Deficiencias en la política de comunicación de las autoridades educativas y del colegio?, ¿Incertidumbre e inconformidad frente a la reforma del bachillerato? ¿Influencia de pandillas u otras expresiones juveniles como la "demencia centralina"? ¿Réplica de la violencia cotidiana en medios, aulas, hogares y calles? ¿Reflejo de políticos agresivos? ¿Soledad, pobreza, desempleo? Evidentemente estamos frente a un tema muy complejo. Es la punta de un iceberg. Mirarlo para encontrar soluciones pertinentes.

Mientras, se debe sancionar los desafueros, pero no con Código Penal sino con la Ley de Educación. El objetivo es que los chicos aprendan de la experiencia. Y con ellos, todos.

El fuego no se apaga con gasolina. Las medidas represivas y exageradas no solucionan nada. Seguramente generarán miedo y silenciamiento temporal de los estudiantes y de toda la sociedad.

No violencia, crítica constructiva y propuesta.

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