Para que los votos sean conscientes el elector debe por lo menos conocerle al candidato y si puede percibir lo que propone si fuera electo, mejor todavía. Para que sea conocido no hay un medio más eficaz que la televisión, desde cuya invención se ha consolidado lo que Regis Debray caracterizó como la telecracia, en donde político que no aparece en televisión simplemente no existe.
Me refiero a la percepción del ciudadano de a pie, el que no lee los periódicos, que no oye la radio porque está trabajando de sol a sol en el campo y en la ciudad, el que apenas descansa el domingo y la política no le interesa porque cada día está inventando una estrategia de sobrevivencia para mantener a su familia y prosperar. Estos electores de a pie que integran la mayoría, acuden a sufragar porque el voto es obligatorio y son los que constituyen la gran masa subinformada de ecuatorianos que solo ven y oyen de paso ciertas frases aisladas e inconexas de los candidatos, que más bien abonan a la apatía electoral.
Frente a esta realidad, la prensa escrita, las radiodifusoras y los canales de televisión han informado algo y proyectado imágenes en pocos segundos o minutos, sin que se pueda conocer la esencia de las ideas de los candidatos, por lo que la mayoría votará por algún sentimiento y no por algún pensamiento.
He soñado que un canal de televisión privado ha convocado a un debate para el próximo domingo, a las 8 p.m., sin publicidad, para que durante dos horas los candidatos propongan, discutan, persuadan y convenzan a la población sobre temas esenciales: cómo van a financiar el desarrollo nacional en los próximos 4 años si los ingresos petroleros no van a aumentar porque el precio del petróleo difícilmente sobrepasará los 100 dólares por barril; cómo van a cambiar la matriz productiva del país para no seguir dependiendo del petróleo, el banano, las flores y el camarón; cómo van a preparar el recurso humano para que los inversionistas vengan al Ecuador a contratar trabajadores talentosos; cómo van a mantener los subsidios si la economía se estanca porque no hay producción dinámica que compita con las crecientes importaciones; cómo seducir a los inversionistas que ahora no quieren venir por la hostilidad política; con qué van a pagar sueldos si van a eliminar impuestos, etc.
Sueño que el pueblo conozca en vivo y en directo lo que piensan y proponen los candidatos, para ver si son idóneos o solo charlatanes. Sueño que el pueblo de a pie evalúe quién le merece credibilidad, qué planteamientos podrían ser apreciados con seriedad, quién parece sincero, coherente y confiable. Esto es válido incluso para que quien no vote por el actual Presidente escoja al mejor de entre los demás candidatos.