Gringolandia da también sus sorpresas. Los curunchos republicanos se lanzaron de entrada contra el presidente moreno y zurdo, al que habían elegido con mucho entusiasmo dos años antes, y le amenazaron con lo peor. No, por cierto, tumbarle –porque, salvo ligeras excepciones- esa no es una costumbre yanqui. Propusieron sí estropearle a la niña de sus ojos, el Seguro de Salud. La tarea no es fácil porque los centroizquierdistas –demócratas- todavía tienen fuerzas para defenderlo en el Senado. Pero Obama va a vivir dos años muy desagradables, aunque sonríe a los fotógrafos porque aún tiene posibilidades de reelección. ¿Cómo así? Gracias a que sus adversarios sufren de un mal de moda en las Américas. Están triunfantes, fuertes, bravos, y, sin embargo, les falta lo principal. Un buen candidato para tomarse la Casa Blanca.
En los inquietos Estados Unidos do Brasil, el partido ‘Lulista’ no necesitó de un gran candidato para ganar. Implemente Lula se encargó de buscar el mejor. O más bien dicho la mejor. Los votantes brasileños hicieron el resto. ¿Doña Dilma, la ex guerrillera, es chavecista? ¿O qué? Pues, ella es ‘Lulista’ y está dispuesta a estrechar la mano de Obama, de Chávez y de cuantos sean necesarios para ubicar al Brasil primero en el Campeonato Mundial de Fútbol y quinto en el Concurso Internacional de Economías.
El Coronel juega su partido aparte con una meta. Ganar la corona el 2012 y gobernar 30 años. Sumar más votos que los enemigos es importante pero no fundamental. Sus leyes se encargan de esas formalidades. Sus adversarios, a la vez, confían en la inflación y alrededores. Lamentablemente, es un país que cada vez se polariza más y a este paso va a llegar partido en dos al año treinta. Lo cual es otra invitación al resto de países de América para no seguir fielmente sus malos ejemplos.
En nuestro Ecuador, el Jefe se aproxima a los cuatro años en Carondelet. En tiempos de la partidocracia y aún antes los presidentes -con excepción de Velasco Ibarra y algunos más gobernaban cuatro años y chao. El ‘profeta’ solo se dio ese lujo en uno de sus cinco períodos. Pero el jefe Correa no está para pequeñeces. Está dispuesto a cumplir un buen período –de seis años- y a jugarse por cuatro más. Todo en homenaje al socialismo del siglo XXI. Voluntad no le falta, resistencia tampoco, aunque a veces parece un tanto cansado y ya le están viniendo ganas de tomarse unas vacaciones y olvidarse un poco de su querido avión y de hasta de doña Dilma.
Finalmente, Cuba ensaya -50 años después- nuevas fórmulas de Castro comunismo, incluyendo la presencia de un millón y medio de negociantes, entre felices y asustados, al dedicarse a la compraventa, como en los países capitalistas. Un mensaje cubano para que los socialistas del siglo XXI valoricen a sus decenas de miles de microempresarios que trabajan desde hace décadas por su cuenta y riesgo.