Me temo que el presidente Rafael Correa abrió la caja de los truenos. El juicio contra el periódico El Universo y su empeño en encarcelar al periodista Emilio Palacio y a los directores del diario acabarán por convertirlo en reo de esos mismos delitos cuando cambien las tornas. Hoy, él casi controla el poder judicial, pero en Latinoamérica, y especialmente en Ecuador, ese es un fenómeno pasajero.
Por lo pronto, el Inter American Institute for Democracy (IAID) podría demandar a Correa ante diversos tribunales por calumnia reiterada. Es una de las consecuencias de la Internet: los delitos de injurias y calumnias divulgados por Internet y canales internacionales de televisión dejan de ser locales, y una querella puede ser interpuesta en cualquier sitio.
Los hechos ocurrieron el 23 de septiembre del 2010, cuando el Inter American Institute for Democracy, como hace con otros exgobernantes, invitó al expresidente Lucio Gutiérrez a dictar una charla, en colaboración con una de las universidades de Miami. Dicha conferencia –abierta al público y a la prensa– fue filmada y colocada en Internet. Gutiérrez criticó al gobierno de Correa y habló del descontento de las Fuerzas Armadas con el presidente. No decía nada que no hubiera expresado antes en Ecuador.
El 30 de septiembre se produjo una revuelta de la Policía ecuatoriana por disputas salariales. El episodio, que no debió pasar de ahí, tomó otro cariz al enfrentarse Correa, personalmente, con los amotinados y acabar siendo retenido en un hospital de donde lo sacó el Ejército mediante un operativo donde murieron varias personas.
Desde entonces Correa y otros funcionarios del Gobierno empezaron a calumniar a los directivos del IAID, acusándolos de conspirar para derrocarlo en complicidad con Gutiérrez, extremo que la institución niega con vehemencia.
Poco después, el presidente de IAID –el profesor y prestigioso jurista Guillermo Lousteau– escribió una carta pública al Presidente pidiéndole retractarse de tan grave acusación o que la probara. Correa ignoró la carta y algunos de sus portavoces redoblaron la campaña de calumnias.
Ante eso solo queda la vía penal, ahora reforzada por la actuación en contra Emilio Palacio y El Universo. Si la honra de Rafael Correa vale ochenta millones de dólares y cárcel por una supuesta injuria, ¿cuánto vale la honra de los directivos del IAID y cuánto tiempo pasaría en la cárcel el Presidente por fabricar su gobierno unos hechos con los cuales ningún directivo de la institución tuvo relación?
Eso lo ventilarán los tribunales. Ya sabemos cómo actúa Correa cuando demanda en un medio que domina. Veremos qué sucede cuando es demandado ante jueces imparciales.