¡Ven Señor Jesús!

El señor Diego Oquendo de Radio Visión entrevistó al señor Jorge Ortiz, periodista de nota, sobre la reunión de presidentes de las confederaciones episcopales del mundo católico y superiores generales de órdenes y congregaciones religiosas en el Vaticano, para examinar el problema de la pederastia en la Iglesia Católica Romana. La convocatoria vino del papa Francisco, agobiado y valiente, humilde y desconcertado.

Los dos periodistas lo hicieron muy bien: con seriedad y respeto. Ortiz se lució por sus conocimientos de historia de la iglesia desde los comienzos de ella hasta ahora. ¡Dos mil años de servicio espiritual, de gloria y de miseria! También, se lucieron los dos por la madurez de las preguntas y respuestas del todo alejadas del amarillismo a que se presta el tema, tal como correspondía al prestigio profesional de dichos señores.

El título de esta columna está tomado de la Biblia, del último libro del Nuevo Testamento, Apocalipsis o Revelación. Libro de consuelo para los cristianos perseguidos por el emperador Domiciano, que gobernó entre octubre del 87 y septiembre del 96. Según una de las tradiciones cristianas, Domiciano expulsó al apóstol Juan a la isla de Patmos, donde este habría escrito el Apocalipsis.

El nuevo Domiciano que amenaza a los pastores de la Iglesia Católica Romana es la pederastia. Esta viene a ser una forma de ateísmo dentro de una institución cuya finalidad es predicar la gracia de Dios para este mundo, gracia que se llama, “Jesús, El Señor”. “Si alguno dice yo amo a Dios y odia a su hermano, es un mentiroso, pues quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve” (1 Juan 4:20). Jesús dijo a sus discípulos “Dejad que los niños se acerquen a Mí, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 19: 14). La pederastia dice “Buscad que los niños se acerquen a mí, porque de ellos es el reino del infierno, la tristeza, la vergüenza, el alcoholismo, la droga y el suicidio”.

El Concilio Vaticano Segundo da gran importancia a los laicos (quienes no pertenecen al clero ni a las órdenes y congregaciones religiosas) Los laicos católicos en Ecuador tienen que despertar y exigir a los obispos que rindan cuentas y sean transparentes. En particular, deben seguir la pista en materia de pedofilia, de servicio a los más pobres y que sean más amables y asequibles. Las diócesis donde ha habido pederastas están obligadas a reparar el mal, no solo con pedir perdón sino a pagar a la víctima lo que la Justicia del Estado determine.

La pederastia no infecta solamente a las iglesias; sino también a instituciones como el sistema educativo, la familia y la sociedad de la comunicación. Hace falta una ley sobre la pedofilia. Esperamos que el Ministerio de Educación dé a conocer su informe sobre la pederastia en escuelas y colegios. Y que haya una campaña pública de información a la familia. En su intimidad abunda este abusivo flagelo.