La ceguera del corazón
El concepto de pecado era desconocido para los griegos de la antigüedad. Tenían, en cambio, la norma de “Nada en demasía”. La desmesura o intento de trasgresión de los límites impuestos por los dioses llevaba en sí misma el castigo de que al desmesurado todo lo emprendido se le venía abajo.
“Los pecados ciegan el entendimiento y extinguen el discernimiento del corazón. La luz continúa debilitándose y desvaneciéndose a medida que la oscuridad crece más fuertemente hasta que el corazón se vuelve negro como el azabache”, enseñaba el maestro Ibn al-Jawzija.
Cuando vemos a diario que los socialistas del siglo XXI no admiten el mal que nos ha traído el gobierno anterior, comprendemos los efectos de la desmesura y la ceguera del corazón. He aquí un par de ejemplos que parten el alma.
“Mi estimado Doc. Continuando con mi trágica situación luego de una abrupta e ilegal salida en mi calidad de Jueza de Violencia y al ser jefa de hogar, madre de tres hijas, una inclusive en estado de gestación, se desbarató mi vida y no sólo la mía sino la de ellas, ya que Jalkh al proceder con tanta arbitrariedad e incompetencia no es que sólo destruye la vida de una brillante profesional sino también de los sueños e ilusiones de los seres que conforman nuestra vida, en mi caso, mi hija siendo una responsable estudiante de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Católica tuvo que ser retirada porque ya no puedo pagar sus estudios y por ende, mi tercera hija que aspira ser médica, menos aún; ni siquiera intenté que dé los exámenes de admisión. Hay un Dios que todo lo ve y es en quien confío.
Continuamos en la lucha y en la espera de que el nuevo Consejo de la Judicatura Transitorio se dé la molestia de analizar nuestros casos y de hacer justicia. No se puede aplicar ese dicho de que en “Casa de herrero, cuchillo de palo”. A quienes violentaron nuestros derechos humanos, pedimos reparación, y les solicitamos que cumplan la norma de repetición.
Por lo que, muy comedidamente, me permito solicitarle y de antemano pidiendo las respectivas disculpas, que me dé su mano solidaria recomendándome con uno de sus buenos amigos a fin de que mis hijas puedan conseguir un puesto de trabajo y puedan sustentar y sostener sus gastos personales y cumplir sus sueños profesionales ya que su madre está impedida por dos años de ejercer cargo público y recién están corriendo tres meses y salir al ejercicio profesional también se nos hace duro”.
El otro caso es el de Rosana Alvarado y Polibio Córdova. Cuando era miembro de la Asamblea, Rosana calumnió a Polibio. Fiscalía investigó. Rosana no tenía la razón. Ahora ella es ministra de Justicia y ni siquiera ha ofrecido disculpas al profético Polibio.
“Sombras nada más” en el país de la luz.