¿No se leyó también unita de amor en la cuarentena?”, me vacila una amiga digital. Espinosa pregunta pues, al igual que la política, el amor lo contamina todo. Al final del día, toda novela es un acto de amor; que toque también otros temas y sea golosa, frustrada o perversa ya es otro cantar.
De amor o no, una divertida novela que cayó en mis manos fue ‘Amsterdam’, de aquel inglés famoso que tiene apellido de whisky: McEwan, Ian MacEwan. La historia empieza donde las otras terminan: en el entierro de Molly, cuyos sensuales recuerdos han convocado a tres examantes y al marido millonario y anodino. En otras palabras, son cuatro hermanos de changa que dan pie al talentoso Ian para que condimente el texto con en ese humor negro tan británico, propio de un imperio decadente que está de vuelta de todo.
El asunto es que dos de ellos: Clive, el compositor más destacado de Londres, y Vernon, editor de un diario en problemas, toman decisiones francamente inmorales que los conducen al desastre e implican al tercer examante, el ministro de Exteriores ultraconservador que gusta vestirse de mujer. Todo en una suerte de thriller burlón que va desnudando a un sistema cultural, periodístico y político donde los triunfadores se saltan los límites éticos para lograr sus objetivos personales: la sinfonía del Milenio que compone Clive, el repunte de ventas del diario de Vernon y el puesto de premier que anhela el ministro.
En la novela siguiente de McEwan será la falsa acusación de una niña de 13 años, Briony, la que desencadenará la culpa y el remordimiento al impedir una pasión arrebatadora y condenar a un inocente. Se trata de ‘Expiación’, reconocida ya como una de las grandes novelas en lo que va del siglo y que fuera llevada al cine con un elenco de campanillas: Keira Knightley como Cecilia y James McAvoy como Robbie.
Para regocijo de mi lectora, la película se centra en la trágica historia de amor y fue nominada a 7 Oscares en el 2007. Aunque, como siempre, la novela tiene más aristas y matices y va mucho más allá pues apunta a que la única redención posible se da en el campo de la literatura. Porque Briony, la hermana pequeña de Cecilia que acusó por celos a Robbie de haber violado a su prima, se convierte en una escritora de muchas obras que, seis décadas después, decide contar los hechos en una novela, que, lo descubrimos al final, forma parte de ‘Expiación’.
Pero también confiesa que, en la versión final, ella cual un dios hace que los amantes (que probablemente habían muerto en la guerra) se junten y sean felices. Esta manipulación genera en el lector un vértigo epistemológico pues socava las bases de la realidad. Lo único que existe es la verdad pasajera de cada relato. Y lo que manda es el deseo, que en la política como en el amor, termina hundiendo a la moral.