El consumo represado se destapará y afianzará la recuperación económica recién en 2022, cuando los ecuatorianos hayamos sido vacunados eficazmente. Para eso debemos asegurar que, de los miles de millones de vacunas que se producirán, accedamos antes del fin de 2021. Hasta tanto no es conveniente disminuir las restricciones para contener la expansión del covid-19, pues ya tenemos 32.000 vidas menos, porque no hemos tenido suficientes hospitales en la geografía nacional y los que hay no pueden atender a tanto contagiado grave por escasez de unidades de cuidados intensivos que, cuando las hay, solo evitan la muerte de la mitad de sus enfermos graves.
Si bien se sabe que el número de decesos es alto, prosigue la transmisión comunitaria porque no hay conciencia en la gente que no usa mascarilla, no respeta el distanciamiento físico ni en aquellos que buscan refugio en la ingesta de licores para curar sus penas. A unos y a otros es menester insistir para que sean responsables con sus familiares que se contagian masivamente y controlar la venta y el consumo de licores en lugares públicos los días viernes, sábado y domingo, que ya vendrán días propicios para aquellos que confunden la atracción turística con la libación libre .
Así se va a prolongar el sufrimiento de un millón de ecuatorianos empobrecidos, porque el ingreso por habitante será similar a los niveles de 2005. Esto va a rebrotar la emigración a Estados Unidos y España de los jóvenes desempleados. Ya estará en manos del nuevo gobierno y de los ecuatorianos pudientes hacer lo necesario para aumentar el consumo masivo que induzca a una mayor producción que genere más empleo, pues al actual gobierno no se le puede pedir más cuando navega al garete, retrasado y secuestrado por la corrupción.
Seguramente en el 2022 habrá confianza para aumentar el consumo pues la apetencia de bienes importados saldrá de su represamiento y crecerá explosivamente la venta de bienes y servicios de alto valor a quienes tienen poder adquisitivo. En cambio los bienes de consumo básico como alimentos, ropa de uso común y servicios necesarios crecerán poco al comienzo de la recuperación.
Entonces la mala calidad de vida de los desempleados y la paciencia de los empresarios tal vez durará hasta después de 15 meses, si para entonces la vacuna ya ha llegado al Ecuador. Solo así el nuevo gobierno podrá alcanzar el “grado de inversión” que aproveche ese auge y persuada a los ecuatorianos a traer su dinero del exterior para producir para el mercado interno y exportar. A su vez los bancos deberán ganar un poco menos pero precautelando los dineros de los depositantes. Todo esto está en manos del sector privado porque los gobiernos seguirán siendo débiles y no podrán hacer nada importante para amenguar los desequilibrios económicos. Las reformas que se ha comprometido con el FMI deben hacerse en los primeros cien días del próximo gobierno, priorizando la redistribución del ingreso pues la pandemia está agrandando dramáticamente la brecha de la desigualdad.