En un mundo políticamente peligroso para el periodismo, los profesionales del sector se han convertido en una especie en extinción, una realidad que no es ajena a IPS.
Los números son escalofriantes, unos 1.236 profesionales fueron asesinados desde 1992, según el Comité para la Protección de los periodistas (CPJ), con sede en Nueva York.
Solo en 2016, murieron 48 periodistas, y en estos primeros meses de 2017, ya van ocho. Los “países donde más mueren” son Siria, Iraq, Yemen, Afganistán, Libia y México, donde las organizaciones de noticias internacionales registraron el mayor número de víctimas.
IPS, una agencia de noticias dedicada a los países en desarrollo desde hace más de 53 años, ha sufrido tanto a manos de regímenes autoritarios como en contextos de guerra, en los cuales sus periodistas han sido detenidos, torturados y hasta asesinados, ya sea en Asia, África, Medio Oriente o América Latina.
Uno de los ejemplos más impactantes es el caso de Richard de Zoysa, jefe de la oficina de IPS en Sri Lanka, quien fuera secuestrado por un “escuadrón de la muerte” a los 30 años, torturado, asesinado y lanzado desde un helicóptero al océano. El mar devolvió su cuerpo hinchado en Colombo.
En febrero de 2013, “Morir por informar en Sri Lanka”, la editora de IPS para Asia, Kanya D’Almeida, recuerda que si bien Sri Lanka conoció un período conocido como “reino del terror”, con dos grupos insurgentes en el sur y el norte, en los años 90 y durante el cual hubo muchas víctimas, “nadie se esperó que una de ellas fuera Richard de Zoysa”.
Él era “descendiente de dos poderosas familias, estrella del teatro srilankés en inglés, conocido comunicador y jefe de la oficina en Colombo de la agencia IPS. Sus artículos sobre Sri Lanka en los años 80 le granjearon reputación a nivel local e internacional”, indicó.
El horrendo delito, ocurrido en febrero de 1990, sigue impune después de 27 años.
En 2006, Alla Hassan, corresponsal de IPS en Iraq, murió de un disparo cuando se dirigía al trabajo en una zona de guerra, donde los asesinatos eran comunes en un área prácticamente sin Estado de derecho.
Y en Argentina, a mediados de la década de los años 70, dos periodistas de IPS, Luis Guagnini y Roberto Carri, fueron secuestrados al finalizar su jornada laboral en las oficinas de la agencia en Buenos Aires y sus cuerpos nunca fueron recuperados.
Juan Gelman, entonces director de la oficina de IPS América Latina, que estuvo en Buenos Aires entre 1974 y 1977, recuerda que, como era usual en esa época, el secuestro se atribuyó a grupos paramilitares, como la conocida Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), a la que se le atribuyen los asesinatos de unos 2.000 sindicalistas, estudiantes e intelectuales de izquierda.