Los cuatro sectores: Alimentos y Bebidas, Hospedaje, Operación y Transporte, estaban representados en las Cámaras de Turismo, donde se resolvían el 90% de problemas y el turismo crecía con relativa calidad y orden, hasta el 14 de mayo del 2008 cuando el Registro Oficial Suplemento número 336, publicó la Resolución 0038-2007-TC del Tribunal Constitucional, que declaró inconstitucional la afiliación obligatoria a las cámaras…, por pedido del presidente de turno.
Poco a poco el turismo fue caotizado, manipulado y se llenó al país de falsas expectativas, que nos ilusionaron al calor de infructíferos premios y millonarias campañas publicitarias. El ministro Enrique Ponce de León, no ha anunciado resultados de las necesarias auditorías de gastos y contratos, así como medición de su retorno, pues al constatar los efectos actuales, como el 70% de desocupación hotelera, evidencia que fueron un fracaso.
Hubo mentiras que a fuerza de repetirlas las dimos por ciertas: que el turismo es política de Estado, la segunda fuente de ingresos económicos, los supuestos incrementos anuales de turistas; al punto, que en el 2016 –según datos oficiales publicados- llegaron más turistas: 1´509.108; que personas contabilizadas por Migración: 1’352.405; es decir: 156.703 “turistas” ingresaron evadiendo aduanas.
También se eliminaron los Directores Provinciales del Mintur y se los reemplazó por Directores Regionales, con grandes territorios a su cargo, lo que frenó el desarrollo controlado, eliminó la coordinación público-privada; se dio paso a la piratería, abuso de precios, un gremio desarticulado, un sector desprotegido, ante un Estado sin representatividad en provincias y cantones.
En 2005, Colombia y Ecuador teníamos una cantidad similar de turistas que bordeaban los 500 000. Álvaro Uribe firmó un TLC con EE.UU. que dio al sector acceso a tecnología necesaria para aumentar la calidad y eliminó varios impuestos. 12 años después Colombia rebasa los 5 millones de visitantes, Ecuador no supera 1 millón si descontamos los falsos turistas, se incrementaron impuestos y se retiró la rotulación turística privada de las carreteras, un fuerte golpe al turismo de naturaleza. Regresar la obligatoriedad de afiliación a las Cámaras de Turismo, permitiría ordenar y auto depurar los servicios si queremos alcanzar la calidad turística, que va más allá de las charlas con conferencistas jugosamente remunerados. Es necesario rearmar el Mintur en las provincias y regresar los recursos que se trasladaron a Quito para funcionarios “expertos” en mercadeo.
El Ministro de Turismo debe anunciar cómo recibió las cuentas del gobierno anterior, o si avala que todo fue transparente, eficiente y el Mintur sería el único que no coincide con la percepción del Presidente Lenin Moreno, que “donde se pone el dedo … salta pus”.