En la sociedad ecuatoriana todavía existen machistas de esos que no dejan duda de que se sienten superiores a las mujeres. Sostienen por principio que “las mujeres no pueden…”, creen saber qué les conviene a ellas e incluso pueden decidir sobre su salud y sexualidad. Dicen que toda respuesta firme o reclamo es porque “están en el mes”, que se debe a una descompensación hormonal o a una “locura” femenina. Esos machistas afirman que el objetivo de vida de las mujeres es casarse, tener hijos, ser mantenidas por un hombre, y por lo tanto estudiar o trabajar es un pretexto para “buscar” marido. Los que las “mandan” a la cocina, les asignan como rol natural el cuidado del hogar, de los hijos, del marido y las llaman descuidadas si salen a trabajar fuera de casa, convencidos de que los hombres no tienen iguales responsabilidades y por tanto ellos “ayudan”. Piensan que cuando se habla de conciliación laboral, es decir equilibrar trabajo e hijos, el problema es que las mujeres “optan” por trabajar y no que se debe a una inadecuada repartición de las obligaciones basada en relaciones desiguales de poder. Esos hombres que usan como criterio principal de valoración de las mujeres la apariencia física, que hacen proposiciones sexuales ofensivas porque asumen que las mujeres son un objeto; que las acusan de vestirse de forma “provocativa” y consideran que la ropa es una invitación para hacerles propuestas e insinuaciones, incluso se sienten autorizados a acosar, topar, manosear. Los machistas actúan como que las mujeres les pertenecieran y justifican en la “pasión”, en el enojo de la traición, el “dolor” por el abandono, el insultar, agredir e incluso matar.
Podría seguir con los ejemplos de machismo puro y duro, pero me interesan los neomachistas, esos que se cuelgan el cartel de “igualitarios” y con aire condescendiente dicen que entienden las reivindicaciones por igualdad de derechos, pero sin rubor se despachan con acusaciones de “feminazis”, hacen comentarios del tipo “nadie mata a las mujeres por ser mujeres”, “los hombres también son maltratados”, “las mujeres se embarazan para cobrar las pensiones de alimentos”, e incluso defienden el sistema legal actual de preferencia materna en el cuidado de los hijos e hijas como una forma de prevención de la violencia. Están aquellos que realizan complejas teorizaciones para demostrar que no existe femicidio, consideran un “privilegio” que exista un tipo penal específico, negando las relaciones de poder, de dominación y de control detrás de las muertes violentas de mujeres.
En esta lógica neomachista, la reivindicación por igualdad de derechos se traduce en declaraciones formales, en la inacción, niegan la necesidad de medidas urgentes, concertadas y coordinadas para enfrentar la discriminación y la violencia contra las mujeres en el ámbito público y privado. Es hora de denunciar la complicidad de los neomachistas y exigir acciones, no podemos seguir impávidos ante el dolor de la discriminación, la violencia y la muerte.