Walter Spurrier

Cobre, el nuevo petróleo

La producción de cobre más los proyectos en marcha solo satisfarán el 80% de las necesidades en el 2030, sostiene la IEA estadounidense. Hay gran incremento en la demanda, causado por la transición energética. La conversión de los vehículos del petróleo a la electricidad lleva a la mayor utilización de cobre tanto en los vehículos como en la ampliación de las redes eléctricas. Los paneles solares y las centrales eólicas también requieren cobre.

Los yacimientos de cobre están desigualmente distribuidos. Así como en petróleo la mayor concentración está en el Golfo Pérsico, la de cobre está en Los Andes. Chile es la Arabia Saudita del cobre. Pero Chile tiene tantas décadas suministrando cobre al mundo, que sus yacimientos se agotan. La concentración del cobre en las minas ha bajado 30% en los últimos 15 años.

Como consecuencia de la mayor demanda y menor oferta, los precios del cobre se han disparado. Hay predicciones de una duplicación del precio para la segunda mitad de la década. “El cobre es el nuevo petróleo” proclamó un importante inversionista. El país que se perfila con las mejores perspectivas para compensar la declinación de la producción chilena es Ecuador.

Ecuador ya produce cobre en la Cordillera del Cóndor. La firma china Tongling recién empieza a producir en su gran mina Mirador, y tiene otra a pocos kilómetros al norte, Panantza-San Carlos, que sería mayor que Mirador; este proyecto no ha podido arrancar por oposición de sus vecinos Shuar. En el Cóndor hay muchas más áreas en espera de prospección.

Pero el interés mundial se ha desviado a Imbabura, donde la australiana Solgold encontró el depósito Alpala, que aún no termina de explorar y ya está catalogado como el segundo descubrimiento más grande del mundo en los últimos diez años, con 14% de todo el cobre y el 15% de todo el oro descubierto en ese lapso. La mina ilegal en Buenos Aires es vecina, y es parte de las concesiones de otra minera australiana. Otro yacimiento, Llurimagua, atrae a la estatal chilena Codelco.

Si estas minas estuvieran en Argentina o México, habría un gran auge minero. Pero en Ecuador la voz cantante la llevan dos grupos, ecologistas radicales y mineros informales. Los primeros están opuestos a que exista la minería; los segundos a la minería industrial, para poder hacerse cargo de los yacimientos auríferos, como en Buenos Aires.

Los venerables magistrados de la Corte Constitucional retiran al gobierno central la potestad sobre los recursos del subsuelo y la transfieren a las localidades. La sociedad civil se deja seducir por la posición ecologista radical y está al borde de renunciar a la enorme bonanza económica que toca a sus puertas.

Hace 8 mil años el hombre aprendió a alear cobre y estaño y empezó la edad de bronce. Sin metales, volvemos a la edad de piedra.

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