¿En el Ecuador hubo calidad en la educación pública? Sí. Y su momento más luminoso se presentó cerca de la mitad del siglo XX hasta los años 70. Tal estupendo fenómeno fue resultado de diversas políticas educativas sostenidas por gobiernos y sobre todo por los maestros y maestras, los normalistas, que llevaron la reforma a las aulas y a la sociedad.
De todas las políticas implementadas, se destaca la prioridad que se dio al tema docente. “Sin buenos profesores, no hay cambio educativo”, tal fue la comprensión de los gestores de políticas educativas de fines del siglo XIX. Este mensaje, que en siglo XXI es toda una novedad en círculos de pensadores de la educación que admiran (con razón) a las reformas educativas exitosas, como la de Finlandia, fue hace 118 años acogido y ejecutado por los líderes de la reforma educativa alfarista como José Peralta, Celiano Monje y Julio Andrade, al colocar el tema docente, como la columna vertebral de la reforma. Es así que se crearon las instituciones para educar a los educadores. Se fundaron los Normales Laicos como el Juan Montalvo, Manuela Cañizares, Rita Lecumberri, entre otros.
De esos colegios y de otros que se crearon después, salieron legiones de maestros y maestras bien formados, y sobre todo con un fuerte compromiso con la democracia y la justicia social, que en décadas posteriores impulsaron transformaciones positivas en las escuelas y en los estudiantes.
Los normalistas, además de su buena formación y de su compromiso, levantaron un movimiento pedagógico que se sustentó en la investigación y publicación. Julio Tobar, profesor del Juan Montalvo, en su libro “Apuntes para la historia de la educación laica en el Ecuador” (1948), cuenta que a la fecha sólo los profesores de este colegio habían publicado 234 obras, 35 de ellas premiadas en el país, y 5 en el exterior. Libros, manuales y textos escolares: 58 en pedagogía; 46 en historia; 20 en geografía, sociología y cívica; 49 en literatura y gramática; 6 en filosofía; 9 en ciencias naturales; 6 en matemáticas; 1 en inglés; 2 en educación física; y 28 textos de lectura. Además habían publicado 91 folletos y también artículos en decenas de revistas de educación y boletines que se fundaron, en todas las provincias del país, desde 1900 en adelante. Fue toda una fiebre, un poderoso movimiento por investigar, publicar y debatir sobre educación que impactó en las aulas y en la sociedad. Creció la valoración social del profesor, factor clave para toda reforma educativa.
2018: crisis de la calidad en la educación. Un camino para enfrentarla: aprender de la historia. Pues a fomentar la investigación histórica y educativa en las universidades. Apoyar a la PUCE, que forma historiadores desde 1980, a la UASB y a la FLACSO. Recrear esos aprendizajes en la realidad actual.