Las perspectivas de la economía son hoy mucho mejores que hace un año y medio, pero esa mejoría no se refleja en una mayor creación de empleo. Es más, la economía está destruyendo empleo de calidad ¿Cómo explicar esa contradicción?
Hasta mayo del año pasado, las perspectivas de la economía eran monstruosas. El gobierno estaba dedicado a gastar sin límite, endeudándose a la tasa que sea, saqueando al Banco Central y al IESS sin misericordia y proponiendo leyes tan destructivas como la de plusvalía.
Para empeorar las cosas, el presidente podía aparecer en cualquiera de sus sabatinas, insultar a una empresa, a una industria o a un gremio cualquiera y lanzar al SRI, al Ministerio de Trabajo o al IESS a que rebusquen hasta que encuentren alguna irregularidad para poder chantajear y doblegar a esas empresas.
Y el gobierno tampoco tenía ningún empacho en apoyar a regímenes como el de Maduro o el de Raúl Castro (en ese entonces todavía en el poder) y dejar su imagen internacional por los suelos después de gritar “hasta la victoria siempre” o “socialismo o muerte” o alguna de esas frasecitas que lograban que cualquier inversionista extranjero ponga los ojos en blanco y simplemente vaya a buscar otro sitio donde invertir.
Hoy, esas aberraciones ya no están dentro del menú de cosas que pueden ocurrir. En este momento, esos elementos de “monstruosa incertidumbre” no existen.
La incertidumbre actual es distinta. La gran duda que tienen los empresarios en el país es ¿hasta dónde van a hacerse las reformas necesarias? y la gran preocupación es que se implementen muy pocas. Pero, al menos, ya nadie cree que el gobierno haga barbaridades como las de su antecesor.
Por lo tanto, la situación es mucho mejor de lo que era hace un año (lo cual no significa que, en términos absolutos, sea “buena”). Pero a pesar de esta mejora en el marco general dentro del que se mueve la economía, los empleos no crecen. Es más, entre septiembre 2017 y septiembre 2018, según el INEC, se destruyeron 29.000 empleos adecuados. ¿Por qué?
Muy sencillo: porque la normativa laboral no incentiva la creación de empleo. Al igual que el Impuesto a la Salida de Divisas no incentiva el ingreso de divisas (¿quién va a traer dinero al Ecuador mientras le cobren cuando lo quiera volver a sacar?), de igual manera, una normativa que complica al extremo los despidos, desincentiva la creación de empleo porque todo empresario duda mil veces antes de contratar un trabajador nuevo si sabe que le costará una fortuna despedirlo.
Y como no se puede cambiar los contratos laborales vigentes, la ley puede liberalizar sólo los contratos que se firmen en el futuro. Pero si no se cambia la ley, en el futuro, no habrá muchos contratos que firmar.