Sí. Los narcos corrompen todo. El último caso provoca estupor: las mafias captaron a un militar que daba seguridad directa al Presidente de la República. El 12 de abril incluso estuvo con él en la Cumbre de Lima-Perú. ¡Increíble!
Las primeras investigaciones revelan que este marino en servicio activo daba seguridad a la droga que era trasladada desde Esmeraldas hasta los barrios de Guayaquil.
Ese poder tienen las mafias y no es la primera vez que penetran la fuerza pública.
En septiembre del 2011, los agentes antinarcóticos montaron un operativo y capturaron al entonces comandante policial de Esmeraldas. El rastreo provocó además el decomiso de 1,5 toneladas de alcaloides.
Cuatro años después, dos grupos de agentes se enfrentan a bala y muere uno de los policías que seguían a un patrullero cargado de droga. Las investigaciones revelan que los uniformados perseguidos eran parte de una red delictiva que traficaba narcóticos.
Esto hizo que los agentes sean indagados. En el 2015, 93 uniformados que operaban en Esmeraldas fueron dados de baja, porque no pasaron la prueba del polígrafo y fallaron en preguntas como estas: ¿ha consumido drogas?, ¿ha recibido beneficios ilícitos? o ¿ha participado en hechos delictivos?
En el 2016 fueron separados 120 más y entre enero y marzo de 2017 sumaron 25. La mayoría fue sancionado, porque en el proceso se detectaron nexos con narcotraficantes.
Entonces, la autoridad debe trabajar en un proceso riguroso para seleccionar policías.
Si en el 2016, la Comisión de Reclutamiento consideraba que el detector de mentiras tenía una alta cualidad técnica y que sus resultados son concluyentes no se entiende por qué ahora este filtro ya no es clave para ingresar en la institución. ¿Se hicieron los suficientes debates y análisis para tomar esta decisión?
La única respuesta que se ha dado hasta ahora es que el polígrafo dejó de ser determinante en la admisión, “porque muchos chicos quedaban fuera”. En temas tan sensibles como este no cabe la paternidad, solo la rigurosidad.