El boxeador italiano Michele Broili se enfrenta a una importante sanción por lucir numerosos tatuajes de simbología nazi en su cuerpo en una reciente pelea por el título nacional: la Federación de Boxeo Italiana (FPI) anunció duras medidas y su caso puede ser analizado tanto por organismos legales deportivos como por la justicia ordinaria.
La Fiscalía de la FPI será el primer organismo en estudiar el caso y el responsable de decidir la apertura de un procedimiento contra Broili, el boxeador de 28 años que perdió el pasado sábado en Trieste (norte) contra Hassan Nourdine el encuentro por el título superpluma, explica este jueves 23 de septiembre del 2021 a Efe el abogado italiano Angelo Cascella, experto en derecho deportivo.
“La Federación ya anunció que tomará medidas. Las federaciones, a través de sus fiscalías, estudian las posibles violaciones de los códigos de comportamiento y, si consideran que hubo una irregularidad, notifican al deportista la apertura de un procedimiento”, explica Cascella.
“La Fiscalía de la FPI puede establecer que se violó el artículo 5 del código de comportamiento del CONI (Comité Olímpico Nacional Italiano), que se centra en el principio de la no violencia. Prevé que ningún atleta inscrito en una determinada federación anime a comportamientos violentos”, agrega el abogado italiano.
Y es que el caso ha provocado profunda indignación en Italia, hasta llegar a la mesa de la Oficina Nacional Anti Discriminación Racial (UNAR), un organismo que pertenece al Consejo de Ministros italiano, que pidió a la FPI excluir de por vida a Broili de sus inscritos.
Además, según muchos medios italianos, también podría entrar en acción la justicia ordinaria para sancionar al boxeador.
La ley italiana, recuerda Cascella, considera la “apología del fascismo” como un crimen.
Se considera apología del fascismo cuando un grupo de al menos cinco personas promueven, justifican o defienden ideologías que podrían potencialmente llevar a la fundación de un nuevo partido fascista. El Partido Nacional Fascista fue fundado en Italia en 1922 y cayó en 1943.
La FPI ha recibido duras críticas por no haber actuado con la necesaria responsabilidad. Se le reprocha no haber intervenido antes de que Broili pudiera saltar al ring para jugarse el título italiano de su categoría.
“El responsable de dicho comportamiento es únicamente el boxeador y, de forma indirecta, el club al que pertenece que lo haya permitido. Ninguna responsabilidad se puede o debe achacar a la Federación, que no puede conocer las ideas personales de cada boxeador”, se defendió la FPI en un comunicado.
El rival de Broili, el italiano de origen marroquí Hassan Nourdine, reconoció que se quedó impactado cuando vio que su rival tenía ese tipo de tatuajes.
“Ver esos tatuajes nazi me disgustó, y eso que fuera del ring muchos espectadores intercambiaban saludos romanos. Evidentemente para ellos es normal, para mí no lo es”, admitió Nourdine, cuyo triunfo ante Broili le permitió hacerse con el título italiano de su categoría.
Su victoria fue oscurecida por la magnitud del caso Broili, que ha escondido una bonita historia personal.
Apodado “El Tiburón”, Nourdine llegó a Italia a los seis años y, tras practicar fútbol en su juventud, se acercó al boxeo con 22 años.
Solo logró convertirse en boxeador profesional hace pocos años y compagina la pasión por el boxeo con el trabajo en una fábrica de componentes para maquinaria industrial. La victoria de Trieste contra Broili supone el punto más alto de su carrera deportiva.
Un caso parecido al de Broili, aunque no se trataba de un evento deportivo sino televisivo, se registró en Italia en 2018, cuando el exfutbolista italiano Paolo Di Canio, ahora comentarista, compareció en televisión con un tatuaje fascista en un brazo.
La televisión privada “Sky Sport” le suspendió de forma temporal, antes de readmitirle en su plantilla, evidentemente con la obligación de cubrir dicho tatuaje.