Glenda Morejón ha tenido días frenéticos a partir de su llegada a Ecuador tras obtener la medalla en los Juegos Olímpicos de París 2024. La tricolor ganó por primera vez una presea en la cita deportiva y una serie de eventos emocionantes y rocambolescos le han acompañado tras el suceso.
A paso firme y con el apoyo de Daniel Pintado, quien ya había ganado el oro en los 20 kilómetros marcha, la atleta ibarreña cruzó la meta en relevos mixtos en segundo puesto. Un abrazo con su compañero en las calles parisinas retrató el momento histórico para el país y la deportista.
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Antes, Morejón ya se había hecho con un diploma olímpico y la medalla potenció aún más su participación y la algarabía de su tierra. Se agradeció a sí misma y a su cuerpo por haberlo logrado. En el país, toda su familia la acompañaba desde Ibarra; en París, su pareja estuvo junto a ella y se comprometieron.
Al momento de retornar, la distancia desapareció y su mamá fue la primera en recibirla. A partir de ese instante, una serie de homenajes y recompensas por su logro llegaron para la marchista, quien intenta entender las proporciones de todo lo que le ha sucedido.
Glenda Morejón y una serie de sueños que se cumplen
Apenas arribó al país, Glenda Morejón fue recibida con un arco de agua en el Aeropuerto José Joaquín de Olmedo de Guayaquil. Tras ello, esta tuvo un breve descanso y luego recibió un homenaje con caravana en Ibarra, su ciudad natal en la cual empezó a correr a los 13 años.
Aquellos recuerdos son los primeros que vienen a su mente cuando repasa el camino que hoy la tiene donde está. Las palabras de su padre ante el dolor cuando ella iniciaba sus entrenamientos, la ayuda y los esfuerzos de su madre en el mercado para apoyarla, los últimos esfuerzos para superar una lesión en el pubis y una endometriosis. Parecía que no llegaba a Juegos Olímpicos, pero lo hizo.
El punto clave en su carrera fue el haberse mudado a Cuenca. En 2019, la ibarreña debió trasladarse al austro para continuar con sus entrenamientos en el centro de alto rendimiento de la ciudad. Hizo su vida allí y, ahora, permanecerá con una vivienda suya.
“No lo he asimilado. Recién ahora lo hago. Tuve el reconocimiento del gobierno y me entregaron una casa. Ha sido muy bonito porque siempre he soñado en tener mi casa propia”, señaló la atleta a EL COMERCIO.
Glenda Morejón busca seguir inspirando tras Juegos Olímpicos
El agradecimiento de Glenda Morejón no es solo para su familia, sino para todo el pueblo ecuatoriano. Para en ella, en su medalla está la representación, símbolo y visualización de sus compatriotas que luchan y trabajan a diario.
“A veces tenemos que tomar decisiones y arriesgarnos. Con miedo y todo, pero arriesgarnos, seguir la voz de mi corazón. Ser un ejemplo para los niños es una linda sensación porque tengo sobrinos pequeños que siguen mis pasos y espero que ellos, cuando sean grandes, también puedan brillar”, sostiene la deportista.