Cuando el metro salía al nivel de la calle para ingresar a la estación Lusail, la gente se levantó rápidamente de sus asientos y enmudeció. Se pegó a las ventanas, comentaban entre ellos. Eran los hinchas del Zalamek, del equipo egipcio, que visitaban Doha por el partido contra el campeón saudita, Al Hilal.
No dejaban de mirar al gigante estadio, el Lusail , que aparecía a la derecha de los fanáticos.
Mientras los aficionados se acercaban y pasaban los filtros de control, que parecían los que se aplican en los aeropuertos, el majestuoso estadio era más visible. En su fachada resaltaban los intrincados detalles dorados, inspirados en la artesanía árabe. La fila de los fanáticos era larga y había tiempo para las ‘selfies’.
Era la noche en Doha, del 9 de septiembre. Había un ambiente de fiesta por la inauguración del estadio en el que se jugará la final del Mundial, en diciembre. Adentro, la vista desde la cancha era impresionante; el escenario es gigante, una obra de ingeniaría y diseño que se conjuga para denotar lujo, con una capacidad para 80 000 espectadores.
Los clubes campeones de Arabia Saudita y Egipto, Al Hilal y Zamalek, hicieron una especie de preámbulo de lo que será la final del Mundial de Catar. Se probaron los protocolos de seguridad, de ingresos de los hinchas, de las formas como deberían comportarse los fanáticos…
Es un escenario de última generación. La razón: el tiempo de encender las linternas de los teléfonos para improvisar un show de luces quedó en el pasado, ahora cada aficionado recibe una pulsera con localizador GPS, la misma que se enciende durante el espectáculo inaugural y se crean increíbles coreografías que interactúan con el escenario.
Algo que llama la atención es el sistema de aire acondicionado, difusores laterales lanzan aire que enfrían el ambiente, que crea un colchón refrescante sobre la cancha que luego se direcciona a los espectadores.
Este mismo sistema lo tiene Al-Janoub, estadio ubicado en la ciudad de Al Wakrah, a 45 minutos de Doha. Allí el diseño está basado en la velas de los antiguos barcos que navegaban en el Golfo Pérsico. Su techo es retráctil, lo que ayuda a conservar la temperatura y lograr ambientes artísticos controlados.
Por otra parte, la cancha cuenta con un sistema de succión y ventilación, que permite que el agua en caso de lluvia sea evacuada rápidamente al drenaje y no se espere que baje solo por infiltración o gravedad. Uno de los avances tecnológicos y de la ciencia es que al invertir este sistema se inyecta oxígeno a las raíces, lo que permite que el césped sea más saludable.
Un aporte al medioambiente
El 974 es otro de los escenarios modernos y tecnológicos. Tiene una capacidad para 40 000 espectadores. Cuenta con una concepción de diseño mucho más amigable con el ambiente; se lo construyó usando 974 contenedores metálicos que se usan para exportación de productos, número que coincide con el código telefónico de Catar.
Este estadio, construido desde el 2018, es una sede temporal; al finalizar el Mundial será desmontado y sus partes, donadas a proyectos deportivos en países subdesarrollados, según el plan de la organización.
Su fachada es disruptiva; parecería construido por un niño con piezas legos de colores; por dentro el diseño modular es más apreciable; los corredores, baños y vestidores llevan la misma estética colorida sin dejar de lado algo que a Catar le sobra, el lujo.
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