El DT Gustavo Alfaro se juega un partido propio cuando la Selección de Ecuador salta a la cancha. El argentino de 59 años grita, gesticula y utiliza las manos para que sus permanentes indicaciones tengan más énfasis.
Mientras se mueve, al filo de la zona técnica, Alfaro pone sus manos en los bolsillos del pantalón, luego las sube a la boca para ayudarse con sus gritos y de inmediato cruza los brazos. Eso lo hace en cuestión de pocos segundos, mientras mantiene fija la mirada en el partido de fútbol. En otros momentos se queda casi inmóvil, como si no se animara a llamar la atención a nadie.
La tarde del 2 de septiembre del 2021, el técnico de la Tricolor protestó, se salió de la zona técnica y hasta se abrazó con jugadores de Paraguay. Esto ocurrió precisamente en el inicio del partido, cuando el ariete Luis Amarilla se acercó a la zona técnica de Ecuador y se abrazó con Alfaro. Lo mismo hizo Ángel Romero, extremo que jugó por el costado derecho.
El argentino dirige al filo de la zona técnica y aunque con pasos cortos, se mueve constantemente. Por momentos, durante el primer tiempo, parecía enfadado y gritaba con todas sus fuerzas, sobre todo para dar indicaciones a sus zagueros que en la primera parte defendieron en la parte sur de la cancha.
Al DT que asegura no festejar los goles se lo vio algo molesto cuando Pervis Estupiñán recibió una tarjeta amarilla a los 35′. Cuando eso ocurrió pareció no inmutarse, pero segundos después se colocó la mano en la cabeza, se dio vuelta y algo dijo hacia la banca de suplementes.
Cuando Ecuador atacaba parecía quedarse inmóvil, muy atento, sin animarse a lanzar alguna indicación ni grito. Eso sí, cuando alguno de sus pupilos realiza una jugada llamativa, como en el ataque del minuto 40 que finalizó en un saque de esquina, los aplaudía y felicitaba.
Fernando Gaibor fue uno de los jugadores a los que más indicaciones entrenó en el primer tiempo. Al final de la parte inicial, el DT fue el primero en dirigirse a los camerinos.
Los hinchas recibieron a la Tri con aplausos y con el grito de ‘Sí se puede’