El baloncesto integra a personas con discapacidad intelectual

Los estudiantes de Integrarte mejoran su destreza con el balón, en los entrenamientos en el parque de la Kennedy. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO

Mauricio Guerrero se siente un profesional cuando pisa una cancha de baloncesto. La pasión del joven de 14 años, con síndrome de Down, inspiró a la creación de la fundación Integrarte, que busca incorporar a personas con discapacidad intelectual, a través de la práctica de este deporte.
El menor es un líder, cuando toma la pelota trata de ordenar a sus compañeros y ejecuta a la perfección cada uno de los ejercicios. Mauricio practica baloncesto desde los 5 años, por lo que su destreza salta a la vista.
Mauricio dribla con ambas manos; para él son movimientos naturales. El baloncesto se volvió parte de su vida, le ayudó en su motricidad y salud, también es un medio para relacionarse con las personas.
La fundación organiza sesiones de entrenamiento en el parque de la ciudadela Kennedy, en el norte de Guayaquil, los martes, jueves y sábados, durante la época escolar. En las vacaciones, las clases se realizan de lunes a domingo.
La madre del menor, Marianela Pinargote, suele observarlo desde el borde de la cancha. Para ella, es un lujo compartir el desarrollo de su hijo; en su celular guarda fotos y videos de sus prácticas y los muestra con orgullo.
“Yo practiqué baloncesto, tuve problemas de aprendizaje y los superé con el deporte. Al principio puse a Mauricio para que mejorara sus habilidades y para que no engorde, pero tras ver los resultados todo cambió”, contó la mujer.
Hace dos años, esos videos la motivaron a fundar el organismo para compartir su experiencia y ayudar en el desarrollo de otros menores. Junto a su hermana y una amiga decidieron formar la fundación.
Integrarte tiene un modelo inclusivo, conformada por niños y adultos con y sin discapacidad. Pinargote cuenta que en primera instancia solo se pensó atender a personas con síndrome de Down o autismo, pero decidieron no poner restricciones.
“Que estén todos juntos les da un sentido de igualdad, además que ayuda a la interacción de las personas con discapacidad, para que puedan sentirse integrados a la sociedad, que en ocasiones no los visibiliza”, agrega Pinargote.
La fundación atiende a cerca de 127 personas, de entre 8 y 30 años y cuenta con seis colaboradores, voluntarios. El entrenador es José Luis Ramírez. El sueño de Pinargote es organizar campeonatos de baloncesto inclusivo, a futuro.
Adán Ruiz llegó a la cancha hace dos meses, pero se adaptó rápido. También tiene síndrome de Down y el baloncesto se integró a su rutina diaria. Él suele apurar a su madre, Lidia Frutos, para ir a las prácticas.
Ellos viven en el sector de Monte Sinaí, al noroeste de la ciudad, y llegar hasta la cancha le demanda más de una hora en bus. El trayecto es lo de menos para Adán, que poco a poco empieza a dominar el balón.
Durante el entrenamiento del sábado 1 de febrero, se molestaba cuando le pedían cambiar el balón de la mano derecha a la izquierda, pero trataba de cumplir el ejercicio.
“Es temperamental, pero muy decidido. Estar aquí le ayudó a comunicarse más con la gente”, contó la madre del joven de 19 años. Él también suele asistir a las prácticas de rugby, en Fasinarm.
Pinargote cuenta que tuvieron conversaciones con el Municipio de Guayaquil, para techar la cancha donde se entrenan, porque el sol y la lluvia suelen entorpecer su programa. En el último mes iniciaron con un proyecto de pintura.
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