En la casa de Paquita Morales los relojes están parados. Es como si el tiempo se hubiera detenido hace dos años y nueve meses cuando sus hijos viajaron a EE.UU. a visitar a su padre y no volvieron…
Paquita firmó un permiso de salida para Karina, Carla y Danny Peña por 38 días, pero nunca imaginó que no regresarían.
Al recorrer su vivienda, en Llano Chico, en el extremo norte de Quito, se ve que nada cambió tras la partida de sus hijos. En las paredes de sus habitaciones siguen pegados los pósters de sus artistas favoritos, su ropa está colgada, la cama lista, perfumes y artículos personales yacen sobre las cómodas.
Esta madre recuerda que su exmarido le decía: “Nunca te voy a quitar a mis hijos; solo quiero pasar con ellos las vacaciones”. Pero apenas arribaron a EE.UU., empezó los trámites para legalizar su residencia y evitar su retorno.
El número de denuncias por secuestros parentales, como el caso de Paquita, ha ido en aumento en los últimos años. Pero tomó mayor relevancia en la opinión pública de Ecuador, en los últimos meses.
El caso de Arianis A., una madre francesa que buscaba a su hijo Gaspard, fue el primero en conocerse, a través de redes sociales. Ella pidió al padre del menor con un video y una carta en su cuenta de Facebook, que lo devolviera. La restitución del pequeño se logró luego de 32 días.
Entre el 2010 y 2014, la Defensoría Pública registró 3 217 demandas de recuperación de menores de edad, dentro y fuera del país. El 97,7% corresponde a casos que se tramitan en el interior del país.
Las provincias que lideran la estadística son: Guayas, Pichincha y Manabí y esta tendencia se ha mantenido en los primeros cuatro meses de este año.
Desde enero hasta el pasado 16 de abril, este organismo contabilizó otras 529 solicitudes de recuperación de menores de edad. La gran mayoría de veces es la madre quien denuncia el secuestro parental.
Desde septiembre del 2012, Paquita no ha parado en esfuerzos por recuperar a sus hijos, que hoy tienen 20, 17 y 16 años, aunque reconoce que sus esperanzas se desvanecen.
Su solicitud de restitución fue remitida a las autoridades de EE.UU., pero según Paquita no hay avances al respecto.
Otro caso difundido en redes sociales, a través del hashtag #SaloméConSuMamá es el de María Fernanda, una madre que dice haber visto tres veces a su hija.
El 8 de abril del 2014, tres días después del nacimiento de la pequeña, su padre se la llevó de la clínica y la inscribió con su apellido y el de otra mujer. El caso, que parece de ficción, se dirime ahora en los juzgados.
El miércoles pasado, María Fernanda llegó a la Unidad Judicial de la Familia, en el norte de Quito, para una audiencia de impugnación de maternidad. Desde octubre, la madre de Salomé pide una autorización judicial para acceder a un examen de ADN.
Sus pedidos, hasta ahora, no tienen respuesta. No hay vía libre para el análisis genético porque su expareja y su mujer constan como padres legales y se niegan al examen.
El padre argumenta que María Fernanda abandonó a Salomé. Ella se defiende: “Cómo voy a abandonarla si nunca me la dejaron ver. De la cesárea solo recuerdo cuando ella empezó a llorar. Sábado, domingo y lunes pasé en la clínica. Nunca me permitieron verla”.
En el caso de Paquita, el proceso de legalización de sus hijos en EE.UU. se viabilizó por la ciudadanía americana de la actual pareja del padre.
Tras innumerables pedidos de los chicos, el papá permitió que vengan por vacaciones, en enero y febrero pasados.
Según Paquita, tras visitar unas 15 instituciones públicas y privadas por ayuda le dijeron que deje a sus hijos estudiar en EE.UU., pues allá tendrán mejores oportunidades. Actualmente Karina, la mayor, está por concluir Ingeniería en Ciencias, Carla se gradúa de bachiller el 20 de junio, mientras que Danny cursa segundo de bachillerato.
En uno de los rincones de su casa, un objeto salta a la vista. Lleva este texto: “Home is where your mom is” (Hogar es donde está tu madre). Se lo regaló Karina.