Con o sin Chávez, el caso venezolano es complejo y de difícil solución. A pesar de que muchos de los opositores del polémico líder dentro y fuera de ese país, consideren que el progresivo deterioro de su salud traerá un rápido fin al chavismo, y que la situación pronto tomará un nuevo rumbo democrático, les recomiendo que lo reevalúen. La escena no se avizora sencilla.
Es la una de la madrugada del Jueves Santo y las calles de Sevilla están a tope. No hay dónde poner un pie. La gente espera por horas, sin signos de impaciencia, sentada en bordillos y sillas compradas para la ocasión, mientras conversan de temas cotidianos. Otros miles más están de pie. Se viene el acontecimiento del año para la ciudad: son los pasos y procesiones de Semana Santa, que están a punto de pasear por la ciudad.
Sucedió en unos de los debates recientes dentro de las elecciones primarias del Partido Republicano en los Estados Unidos, cuando Rick Santorum – candidato ultraconservador -, se lució con una de sus perlas afirmando que este país es una nación única, porque los derechos de las personas no son otorgados por el gobierno, sino por Dios.
A pesar del pomposamente inaugurado neolenguaje de la corrección política y de inclusión del léxico femenino, según el cual existen bomberas y bomberos, miembras y miembros, las asambleístas y los asambleístas, las conciudadanas y los conciudadanos; y así ad infinitum hasta que se hayan nombrando todas las “las” y los “los” y los asistentes estén en profundo sueño, en este mundo chiquito el machismo sigue campante y en vigorosa salud.
A pesar de que alguien crea que en el desenlace del caso El Universo y Gran Hermano, hay razón para celebrar, lamento aguarles la fiesta. El perdón ha dado oxígeno a los involucrados, pero el país queda en igual o peor condición que antes. Como bien dice el Presidente, ni perdón ni olvido en este caso.
Por estos días, Fukuyama debe estar haciéndose preguntas. Su rigor académico debe haberlo llevado a dudar críticamente sobre el optimismo subyacente de sus teorías elaboradas en los años 90 que sugerían que había triunfado la democracia liberal y que esta iba a prevalecer en el mundo por sobre el resto de sistemas políticos contrarios a la democracia, que habían atribulado a la humanidad.
Resulta sobrecogedor el cáncer de Hugo Chávez. El mandatario omnipotente y portador de una capacidad inigualable de encantar serpientes ahora, finalmente luce humano y debilitado. La enfermedad, ocultada y resguardada y ahora tenuemente revelada, hace que la infalibilidad, eternización y arrogancia del poder se enfrente con la fragilidad y temporalidad de la vida humana. Chávez, que hace pocos meses había nuevamente advertido al mundo de su candidatura sempiterna para la elección presidencial de 2012, ahora se enfrenta a la única certeza de la vida humana, la posibilidad de su propia muerte.
Difícil imaginar un affaire amoroso más explosivo y de más complejas aristas históricas, políticas y filosóficas que el que Martin Heidegger y Hannah Arendt mantuvieron intermitentemente en el siglo XX.
Sin duda la oposición sale fortalecida del último proceso electoral. Al Gobierno en más de un sentido le salió el tiro por la culata con la consulta. Para comenzar en la izquierda multiplicó las "oposiciones" y activó varias semillas de disidencia, que hasta el momento se encontraban frágiles pero inactivas. El ímpetu de campaña les dio oportunidad de articularse y gasolina para sus críticas al régimen.