Con o sin Chávez, el caso venezolano es complejo y de difícil solución. A pesar de que muchos de los opositores del polémico líder dentro y fuera de ese país, consideren que el progresivo deterioro de su salud traerá un rápido fin al chavismo, y que la situación pronto tomará un nuevo rumbo democrático, les recomiendo que lo reevalúen. La escena no se avizora sencilla.
La mitad de la población de ese país tiene menos de 25 años, por lo tanto no conoce nada diferente al ubicuo chavismo y carece de un referente democrático. Tras doce años cualquiera de las posibilidades que estarán por decantarse en los próximos meses, implicarán costos iguales o peores para la población, que los que ya ha traído consigo este Gobierno.
Consideremos para empezar el más ligero y benevolente de los escenarios por venir: que en una contienda limpia, con un Chávez recuperado, la oposición resulte victoriosa y Henrique Capriles sea el próximo presidente. ¿Las fuerzas chavistas permitirán que avance cualquier reforma del nuevo Gobierno? Más aún, será posible que el Gobierno siquiera se instale cuando las Fuerzas Armadas han declarado que no aceptarán ningún tipo de Gobierno que no sea el de su Comandante? ¿Existen elementos sobre los que pudiera cimentarse la reconstrucción de la unidad venezolana o se vendría, por el contrario, un escenario de conflictividad social aún mayor? Me temo que el panorama es aciago para un potencial Gobierno de la Mesa de la Unidad.
Pero el escenario de mayor preocupación para Venezuela y toda la región, revuelve alrededor de una ausencia definitiva del líder y a la lucha que se desencadenará en ese momento entre las facciones diferentes del chavismo: militares, paramilitares, boliburgueses, etc.; entre las cuales con certeza se dará una encarnizada lucha. Con la particularidad de que todos estos grupos cuentan con armamento y dinero, lo cual tornaría dantesco el escenario. No parecería descartable entonces, una potencial guerra civil que en la que se enfrenten milicias armadas y que instaure un período de destructiva desestabilización para Venezuela por la sucesión. Ante ello, podría sobrevenir un Gobierno militar de corte autoritario que reinstaure cierto orden en medio del caos que ocasionará el choque del chavismo en descomposición. El fin de Chávez, entonces, nada lo resolvería.
Una tercera posibilidad, es la de que Chávez, genio de la reinvención, venza en el cáncer y gobierne, sino hasta el 2031, al menos por 4 años más, lo cual dejaría intacto el problema generado por su extremo personalismo y la carencia de instituciones capaces de manejar la transición.
Así, Venezuela, fruto del fracaso de su sistema democrático y de los vicios del chavismo, se encuentra hoy en su propio laberinto.