El sistema carcelario no logra levantarse. Tres fugas de lo que se supone es una cárcel de alta seguridad en Cotopaxi cierran este funesto año.
Sin bien uno de los prófugos fue recapturado, no es menos cierto que el 2019 dejó al desnudo las profundas falencias en el sistema de rehabilitación. El Gobierno tuvo que recurrir al estado de excepción para solventar la crisis, pero no ayudó mucho.
En medio de esa declaratoria, 16 presos fueron asesinados brutalmente. El 3 de diciembre Telmo Castro, excapitán del Ejército, fue atacado con 15 puñaladas.
Con ‘El Cubano’ ocurrió algo inexplicable. El 12 de junio fue decapitado y los reos jugaron fútbol con su cabeza. ¡Terrorífico!
Los centros penitenciarios requieren profundos cambios. Si bien el hacinamiento se redujo del 43% al 38% a escala nacional, aún hay cárceles con sobrepoblación. En la prisión de Santo Domingo habitan 1 830 detenidos, pero su capacidad es para 1 600.
En Esmeraldas, una zona de tres pabellones debe albergar a 1 200, pero hay 1 500.
Hay reclamos por la calidad de la comida. En diciembre del 2018 comenzó una auditoría para la compañía que durante siete años suministra alimentos y un año después poco o nada se conoce de ese trabajo.
Las autoridades ofrecieron un cambio en la empresa, pero todo sigue igual ¿Por qué?
Los presos de Latacunga, Ibarra, Machala y Quito se quejaron, porque las porciones del desayuno, almuerzo y merienda eran mínimas y no cumplían con el estándar establecido en el contrato, que el 14 de junio del año pasado fuera renovado por USD 17 millones.
También hay malestar por los altos precios de los artículos que se venden en las pequeñas tiendas llamadas ‘economatos’. Una caja de cigarrillos puede costar hasta USD 50. ¿Quién o quienes controlan esos negocios? ¿Por qué no se intervienen y se desmantelan esas estructuras delictivas? Los internos piden ayuda para que alguien frene las agresiones protagonizadas por bandas organizadas que operan desde las celdas. Es hora de actuar. Háganlo.