'Snowpiercer' y la ciencia ficción
La pandemia ha logrado que las personas descubran gustos por cosas a las que antes les prestaban poca o ninguna atención. Mi vecino, por ejemplo, encontró que la jardinería, y no cualquier otra cosa a la que se dedicara antes del último año, era el verdadero leitmotiv de su vida; una amiga de la redacción tuvo como revelación su gusto por la fritada vegana, un sacrilegio para cualquier carnívoro que se respete; y yo descubrí mi gozo por la ciencia ficción.
En el camino de iniciación me fui por los clásicos. Leí 'Fahrenheit 451' de Ray Bradbury, '¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?' de Philip K. Dick, pero también descubría a autores como Ted Chiang. Asimismo, comencé a escuchar podcast, 'Guerra III' es mi preferida, y a ver series de televisión ambientadas en mundos distópicos. En medio de esa exploración di con 'Snowpiercer', una serie basada en la película homónima dirigida por el surcoreano Bong Joon-ho.
Buscando en Google descubrí que la película del director de 'Parásitos' era una adaptación de la novela gráfica francesa 'Le Transperceneige', que se publicó por primera vez en 1982. Novela gráfica, película y serie mantienen la misma esencia narrativa postapocalíptica: después que una catástrofe nuclear ha llevado a la humanidad a vivir una nueva edad de hielo, los pocos supervivientes pasan su vida en un tren de 1 001 vagones llamado Snowpiercer, que circunnavega el mundo.
La narrativa de 'Snowpiercer' ahonda en problemas de la sociedad actual como la injusticia social, los conflictos entre clases sociales y las políticas de supervivencia, con el agravante de que todo se tiene que tratar de resolver dentro de un tren del que nadie puede salir. En esta historia el Sr. Wilford se asemeja, en su omnipresencia, a la del Gran Hermano, el personaje que aparece en '1984' de George Orwell. Él creó las reglas de convivencia y es el único, que en teoría, las puede cambiar.
Si hasta aquí alguien cree que esta historia de ciencia ficción postapocalíptica no es del todo atractiva habrá que mencionar que la protagonista de la serie es Jennifer Connelly. Quizás el dato pase desapercibido para cualquiera que no sea fanático de la filmografía de Darren Aronofsky, pero para un millennial como yo, que cerró su adolescencia viendo 'Requiem por un sueño', (2000) la presencia de la neoyorquina, sin duda, agrega una impronta única al relato.
'Snowpiercer' es una de las pocas series de Netflix, no sé si la única, que mantiene el formato de estrenar un nuevo capítulo cada semana. La imposición de este formato tiene dos ventajas: que uno no sufra de un empacho televisivo y que pueda volver sobre detalles de la historia.
Esta semana, por ejemplo, después de ver a Melanie, el personaje que interpreta Connelly, salir del tren en busca de pistas para recolonizar la Tierra, me ha rondado la idea de la vida condenada a un encierro permanente y cómo este puede afectar las relaciones que tenemos con los demás.