Una de las lecciones que deja el plan de vacunación 9/100 es que los sectores sociales, el Estado y la empresa privada pueden trabajar juntos eficientemente por objetivos comunes; en este caso, la protección de la salud de la población del país frente al covid-19.
Las primeras vacunas que llegaron al país en febrero de este año comenzaron a aplicarse sin un plan, como reconoció el propio expresidente Lenín Moreno. Además, la distribución de las dosis estuvo plagada de desorden y escándalos por los vacunados VIP, mientras crecía la desesperación entre el personal médico, de seguridad y de la tercera edad.
La nueva administración, en cambio, entendió que debía buscar aliados y fue solo entonces cuando el plan se masificó y aceleró. La intervención empezó con el apoyo de las empresas privadas, quienes entraron en el proceso de vacunación el pasado 5 de julio, con el objetivo de inocular a los trabajadores.
El plan piloto arrancó en empresas del sector de la construcción y supermercados. Luego se unieron otras industrias en todo el país. El Gobierno realizó la entrega de las vacunas y la empresa privada se encargó de contratar el personal médico y digitadores para el proceso de vacunación. Además, corrieron con los gastos de adecuación de los puntos de inoculación, jeringuillas, guantes y más insumos necesarios para la inoculación.
Como el plan avanzó con rapidez y de forma ordenada, las empresas obtuvieron la autorización de Salud para incluir en la colocación de dosis a los familiares, y luego a población de la zona de influencia y socios estratégicos en la cadena productiva, como proveedores, tenderos y más. En el caso de las constructoras se incluyó a obreros del sector.
De acuerdo con el vacunómetro, hasta el pasado 27 de agosto se vacunaron a 8 millones de personas en el Ecuador con las dos dosis de la vacuna.
De esos, 1,3 millones de personas recibieron las dos dosis con apoyo de las empresas privadas. En el proceso también participaron otros actores como estudiantes universitarios, boy scouts y los mismos trabajadores de las industrias que apoyaron en la digitalización de datos de forma gratuita. Gobiernos locales, universidades y las propias Carteras de Estado también fueron claves. Entre las acciones están la vacunación en zonas de frontera con el apoyo de Fuerzas Armadas, quienes fueron entrenados para colocar las dosis.
Aunque el proceso también reportó problemas por momentos como falta de algunas fórmulas y aglomeraciones porque se dejó de utilizar todos los recintos del Consejo Nacional Electoral, el plan de vacunación marchó a mejor ritmo y acompañó en este objetivo una más efectiva diplomacia para que lleguen las dosis.
Si otros objetivos comunes movilizaran a los actores sociales, económicos y estatales como lo ha hecho la vacunación muchos otros problemas sociales podrían atenderse como eliminar la desnutrición crónica infantil, mejorar la educación, atender al sector agrícola rural y más. Ojalá más objetivos sociales nos moviera como sociedad.