Por efectos de la pandemia, los hogares ven reducidos sus ingresos de una forma súbita e inesperada. Esto afecta a los que menos tienen, pero también a las familias de clase media.
La clase media en Ecuador se había fortalecido las dos últimas décadas gracias al aumento del precio del crudo y ahora se corre el riesgo de ver un retroceso. Esto es posible advertir si se analiza la estructura de esa población. Antes de la pandemia, 72% de ecuatorianos pertenecía a la clase media, pero una buena parte de ese porcentaje no cuenta con contrato laboral o tiene uno temporal, trabaja por cuenta propia o labora informalmente en pequeñas empresas. Es decir, hubo un auge de la clase media, pero faltaron políticas para consolidarla.
Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) del 5 de junio pasado advierte que el covid-19 generará un aumento de la pobreza y un deterioro de la clase media en los países andinos. En Ecuador los resultados indican que, después de tomar en cuenta el apoyo monetario para mitigar los efectos de la pandemia, la pobreza afectará a casi 34 hogares de cada 100. Hasta diciembre pasado 23 de cada 100 familias estaban en esta condición. En cambio, la clase media consolidada, donde el trabajo precario es menor, caería del 27,7 al 24,5%.
Estos indicadores pueden profundizarse en el país si se considera que la reactivación será lenta y que 250 000 personas ya han perdido su empleo en la emergencia. Este año, pese a la reapertura parcial, la economía caerá hasta 9,6%, según el Banco Central.
Si bien la prioridad está en atender a los hogares que menos tienen, es necesario, como advierte el BID, pensar en el mediano plazo en políticas destinadas a la clase media. Estas pueden ir desde transferencias de dinero temporal para afrontar ‘shocks’ como el covid-19 hasta políticas para reducir la informalidad y la precariedad de empleos, capacitación laboral y el fortalecimiento del seguro de desempleo que hoy beneficia solo a los empleados que tenían un puesto formal.