La llamada salió desde el ala 3 del pabellón 8 de la Penitenciaría de Guayaquil. Érick Cerezo se comunicó con su madre a través de un número desconocido. “Acaban de lanzar una bomba cerca de mi celda”, le dijo antes de contarle que estaba herido y que necesitaba atención médica.
La mujer recuerda que era miércoles 11 de noviembre. Su hijo le había contado que desde el fin de semana anterior en la cárcel ya había empezado una guerra entre bandas. Por eso, apenas colgó llamó a la abogada de su hijo para pedirle que la ayude.
En la mañana siguiente, otra llamada de un número extraño ingresó al celular de la madre de Erick. Era él con la voz débil. “Me duele mucho el cuerpo. Una esquirla de la bomba me llegó al abdomen. Mami, ayúdame”, le dijo desde la cárcel, en donde estaba desde 2017 por un robo.
En la casa de Érick todos se movían por la sala llamando a la cárcel. La abogada también ingresó una petición. Por la tarde, el joven salió escoltado por guías al hospital del Guasmo Sur. En la sala de emergencias de esa casa de salud permaneció hasta las 18:45. Sus padres fueron de inmediato y pudieron hablar con él. Luego una ambulancia lo trasladó nuevamente a la prisión.
“Esa fue la última vez que supe de mi hijo”, relata Lorena, madre del joven. La mujer cuenta que esa noche estaba angustiada por saber cómo llegó. Al día siguiente ese sentimiento creció porque en las noticias escuchó que nuevos ataques se registraron en ese centro carcelario. Horas después, las autoridades confirmaron la muerte de 68 presos.
Esta es la tercera matanza más grave de este 2021 en las cárceles del país. La familia entera de Érick se trasladó hasta la prisión. Allí decenas de familiares pedían información de sus seres queridos. Tras horas de espera, la lista de heridos y fallecidos fue compartida.
En esas hojas el nombre de Érick no apareció nunca. Pero eso no importó para sus padres, quienes estuvieron por cuatro días recorriendo la cárcel y Medicina Legal. Ellos entregaron fotos de Érick a policías y guías penitenciarios para que los ayudaran a encontrarlo dentro de las celdas. Estos últimos le aseguraban que estaba vivo en el pabellón 8, pero para Lorena las respuestas no eran convincentes.
En la morgue también dio las características físicas de su hijo. Un perito le indicó que no tenían un cuerpo con esa descripción.
No fue hasta el martes 16 de noviembre que tuvo una respuesta. Ese día Lorena estaba fuera de la Penitenciaría y vio la llegada de la comandante de la Policía Tannya Varela. Ella pidió hablar con la oficial y ella delegó a un agente que la atendiera. “El uniformado se comunicó con otros policías dentro de la cárcel. Ellos pidieron información a un funcionario de los guías y dijo que a mi hijo lo habían dado por desaparecido. En ese momento se me fue la vida. Todo el tiempo me mintieron”, relata.
Desde entonces, la familia de Érick interpuso una denuncia en la Fiscalía contra el director de la cárcel, los dos guías penitenciarios que los trasladaron a la clínica y al exdirector del Servicio de Rehabilitación (SNAI), Bolívar Garzón.
El Comité para la Defensa de los Derechos Humanos de Guayaquil también está al tanto de este caso. Este organismo ha seguido de cerca las masacres que se han perpetrado en las cárceles de Guayaquil. Billy Navarrete dice que este es uno de los primeros casos de desapariciones dentro de un recinto penitenciario.
En la matanza de finales de septiembre, en donde fueron asesinados 118 presos, ocho víctimas aún no han sido identificadas. Esos cuerpos están bajo una serie de pericias pues fueron detenidos que padecieron mutilamientos e incineraciones.
Otros 11 cuerpos de los últimos actos de violencia también están en esa condición. Criminalística realiza todas las investigaciones para encontrar sus identidades. Antropólogos realizan análisis genéticos y pruebas comparativas con sus familiares para su próxima entrega.
Pero mientras esto ocurre, los padres de Érick permanecen en la búsqueda. La desesperación por encontrarlo ha hecho que recorran hospitales y clínicas de Guayaquil para saber si fue trasladado por emergencia. Ellos también buscan la bitácora de esa noche que retornó a la cárcel para conocer qué sucedió.