Tannya Varela, comandante de la Policía Nacional, señala que la primera alerta de incidentes en la Penitenciaría del Litoral fue recibida a las 19h00 del viernes 12 de noviembre. Inmediatamente, los cuerpos de élite a su cargo se activaron y armaron un operativo de intervención.
Al llegar al lugar, utilizaron drones para evaluar la situación. Allí notaron que cientos de detenidos deambulaban fuera de los pabellones 3, 7, 8 y 9.
Las personas privadas de la libertad (ppl) habían saboteado el servicio eléctrico y en la oscuridad se escuchaban disparos, explosiones y pedidos de ayuda.
“La Policía Nacional tomó la decisión de operar a las dos de la mañana, porque no teníamos otra opción para poder proteger la vida de los privados de libertad”, dijo Varela el sábado 13 de noviembre en el Ecu 911.
¿Qué pasó en esas 7 horas, entre la llegada de la Policía y el inicio de la intervención?
La Policía determinó que los detenidos del pabellón 3 intentaban ingresar al pabellón 2, el que se encontraba sin un líder, debido a que Álex Salazar, cabecilla de Los Tiguerones, había salido de la cárcel tras cumplir el 60% de su condena.
Para invadir el pabellón 2, utilizaron dinamita para hacer huecos en la pared. En algunos de estos boquetes colocaban colchones para quemarlos y provocar que el humo tóxico hiciera salir de los escondites a los detenidos.
También vieron que había cientos de prisioneros de los pabellones 7, 8 y 9 causando desmanes en un estrecho pasillo que conecta a todos los pabellones.
Los policías lanzaron gases lacrimógenos para dispersarlos. Su accionar fue respondido con disparos de armas largas, cortas y explosivos.
Mientras tanto, los detenidos que habían salido de sus pabellones atacaron la zona conocida como Transitoria, donde se colocaba a los detenidos por delitos menores como tránsito, alimentos o deudas.
En Transitoria se registró la mayoría de los 68 muertos y 25 heridos que dejó este enfrentamiento.
“Entrar era hacer una masacre total”, señaló el gobernador Pablo Arosemena, en la primera rueda de prensa que hubo tras el incidente.
Varela y Arosemena señalaron que ingresar antes significaba un riesgo de muerte del 90% para los efectivos policiales.
Un policía que participó en el operativo señaló que los detenidos tenían una ventaja al estar protegidos por muros de más de 4 metros, desde donde disparaban hacia el exterior del centro de detención.
Por esto es que los policías, apoyados por las tanquetas, comenzaron a lanzar gas lacrimógeno hacia el interior de la Penitenciaría, con el afán de replegar a los detenidos y conseguir que retornen a sus pabellones.
Al ingresar, los policías cumplieron dos tareas básicas: la primera fue blindar el pabellón 2, que quedó seriamente afectado por el ataque, y la segunda fue conseguir que los detenidos retornen a sus pabellones.
A las 07:00 del sábado 13 de noviembre la situación estaba controlada. A esa hora ingresaron los cuerpos de Criminalística, Cruz Roja y Fiscalía para rescatar a los heridos y hacer los levantamientos de cadáveres que dejó esta masacre.