El camino para llegar al cerro manabita de Montecristi está restringido. Policías con escudos y chalecos antibalas bloquean el paso de la única carretera de tierra que llega a las faldas de la montaña. Detrás de los agentes hay un grupo de militares con fusiles y carabinas que usan balas de goma.
Son 50 agentes de los servicios de seguridad que están en este primer anillo de seguridad. Todos llegaron hace 10 días, justo después de que el presidente Guillermo Lasso declarara al cerro como Área Reservada Militar de Defensa.
La decisión se adoptó para colocar un radar que evite el ingreso de narcoavionetas por esa zona. Desde el 2003 hasta julio de este año, las autoridades detectaron ocho aeronaves que ingresaron desde Centroamérica hasta Manabí.
También se ubicaron otras nueve que llegaron a Guayas. La mayoría accedió primeramente al espacio manabita.
Agentes antinarcóticos conocen que los carteles mexicanos utilizan estos medios para traer el capital que mueve toda la logística para trasladar los cargamentos ilícitos.
La instalación arrancó con la construcción de una carretera que llegue a los 442 metros de altitud. Es decir, al punto más alto de la montaña. Topógrafos del Cuerpo de Ingenieros del Ejército trazaron la ruta del camino, que al finalizar tendrá al menos 2,5 kilómetros.
El miércoles llegó más maquinaria pesada desde Santo Domingo. Otro contingente de militares custodió a la retroexcavadora, mientras subía la montaña en medio de árboles y vegetación seca.
La tierra recién removida deja pendientes pronunciadas que dificulta la subida de los uniformados. Las botas de caucho se entierran en el suelo de arcilla húmeda.
Tras un kilómetro cuesta arriba, la vegetación empieza a cambiar y se vuelve un ambiente selvático. Los árboles son más tupidos y más gruesos. Los soldados caminan a la cima con armas, chalecos antibalas y uniforme camuflaje.
El calor es intenso. “Es selva virgen”, dice uno de los topógrafos. Con su brazo izquierdo señala la cima y calcula que la próxima semana la carretera llegará hasta el sitio donde estará el radar. “Allí levantaremos la Bandera de Ecuador”.
Antonio Puga, un alto oficial de la FAE, dirige la operación para colocar el equipo y dice que el radar no es nuevo, sino que forma parte de los cuatro equipos comprados a España en 2016 por USD 50 millones.
Inicialmente, estos aparatos operaban en distintos puntos del país, cuya ubicación es reservada por seguridad.
Pero hoy se conoce que desde esos sitios no se cubría en su totalidad el espacio aéreo manabita. Es más, la FAE confirmó a este Diario que el equipo que se instalará en Montecristi actualmente está en una zona libre de narcotráfico.
Datos oficiales señalan que en 2020 y en el primer semestre de 2021, en Manabí se decomisaron 24,7 toneladas de droga.
Informes de Inteligencia policial y militar muestran que el narcotráfico elevó los niveles de inseguridad en esta parte del perfil costanero. Entre enero a junio de este año se han reportado 106 muertes violentas.
Hace ocho días, FF.AA. ordenaron que 1 500 uniformados de Latacunga, Quito, Riobamba y Santa Elena se trasladen a Manabí para realizar operativos contra el tráfico de armas y explosivos en las carreteras.
Elementos de las Fuerzas Armadas se apostaron con vehículos blindados en los ingresos de Portoviejo, Manta, Jipijapa y las faldas del cerro Montecristi. El contraalmirante de la Marina, Jhon Merlo, advierte que estas operaciones ayudan a disuadir a las redes mafiosas y mejora la percepción de seguridad de la población.
No obstante, asociaciones de pescadores señalan que permanecen amenazados por emisarios de narcos. Denuncian que les piden hasta USD 500 para evitar ser asaltados. Esos datos reposan en este momento en la Fiscalía.
Ahora, con la llegada del radar temen que las mafias que utilizaban rutas aéreas para la droga se trasladen al mar y existan más disputas. Las Fuerzas Armadas dicen que preparan un plan para fortalecer la seguridad en el océano.
Según datos de la FAE, las narcoavionetas que vienen de Centroamérica tardan entre 10 y 12 horas hasta arribar a territorio ecuatoriano. Para no ser detectadas, cerca de llegar a las costas vuelan a una altura menor a los 100 metros. Con el radar, si quieren evitar el control, deberán descender mucho antes de lo que hacían antes.
“El problema de volar bajo es que necesitan más combustible y estas aeronaves llegan a Ecuador con la gasolina mínima. No van a avanzar a llegar. Se van a estrellar antes de llegar a las pistas”, sostiene un oficial de la Fuerza Aérea.
La idea es que en caso de que las narcoavionetas entren al espacio aéreo, el radar, en cuestión de segundos, envíe una alerta a la sala de monitoreo, cuya ubicación es secreta.
Desde allí se ordenará la salida de los Supertucanos para localizarlas y seguirlas hasta su destino. En tierra se espera que un equipo de la Policía y de la Fiscalía esté listo para detener a los implicados. Esa es la planificación establecida.
En marzo pasado, una avioneta fue interceptada cuando aterrizó con 400 kilos de droga. La Fiscalía y Policía fueron alertada por pilotos de la FAE.
Hasta que se coloque el radar, a finales del próximo mes, al menos 500 militares permanecerán en distintas partes del cerro Montecristi custodiando las labores de instalación.
El trabajo comienza a las 06:00 y se extiende hasta las 18:00. Después, la luz natural desaparece en la zona selvática del cerro. En la noche y madrugada, la temperatura baja a 13 grados centígrados.
Los militares permanecen en campamentos improvisados hasta que se construya la base militar que funcionará en ese sitio permanentemente.