Testimonio. Sara S. Víctima de la inseguridad.
El semáforo se puso en rojo y el vehículo Vitara rojo en el que iba se detuvo. Estaba en el asiento del copiloto. La ventana la tenía con el vidrio abajo. Entonces tomé mi celular con las dos manos para contestar un mensaje que había llegado, segundos antes, y me fijé que no hubiera personas sospechosas en los alrededores. Incluso vi por los espejos laterales.
Cuando me disponía a levantar el vidrio, un desconocido metió su mano y trató de arrebatarme el celular. Forcejeamos, pero al final él logró quitármelo. Solo me quedé con el protector de mi celular.
El conductor con el que iba me dijo que un agente estaba a pocos metros y que le pidiera que detuviese al hombre. El uniformado estaba en una moto; invadió vía y lo siguió al enterarse del hecho.
Yo salí por la ventana del conductor y también corrí detrás del asaltante. Lo seguimos por la calle Ambato (centro de la ciudad de Santo Domingo) hasta la av. 29 de mayo. Fueron unas dos cuadras. Cuando llegué, varios policías municipales lo detuvieron. El policía lo requisó, pero me dijo que no tenía el celular consigo y me preguntaba sobre la marca y las características del teléfono.
Luego, me puse a buscarlo yo y encontré el celular en el bolsillo (del delincuente). El policía me dijo que si pensaba presentar una denuncia y les dije que sí. Mis amigos me habían dicho que cuando son teléfonos caros, los delincuentes pueden pagar hasta un mes en prisión. Mi teléfono costaba más de USD 600.
El uniformado me dijo que le entregara el celular y que fuera a la Fiscalía. Pero yo me negué a dárselo y me fui con él, en la motocicleta, a presentar la denuncia. También había llegado otro motorizado que llevó al delincuente.
Llegamos pasadas las 13:30 a la Fiscalía y nos dijeron que no había quién nos atendiera. Entonces nos fuimos a la Intendencia.
Ahí nos dijeron que debíamos esperar a que retornasen del almuerzo para realizar el trámite. Mi esposo ya había llegado y los amenazó con sacar en la prensa lo que ocurría sino nos atendían. Solo después de eso pusimos denuncia, pero nos retuvieron el celular como evidencia. Para recuperarlo nos pidieron la factura de compra y la certificación de la operadora telefónica de que la línea en realidad me pertenecía.
Estuvimos a punto de dejar todo ahí, pero luego pensamos en que eso es lo que quieren los delincuentes para seguir asaltando y continuamos el trámite.
Entiendo que al desconocido que me robó le dieron un mes de prisión. Ya cuando todo había pasado, un policía me hizo un comentario que me
molestó. Dijo: por qué tiene un celular tan caro.
Yo le respondí que era por mi trabajo, pero que eso no le importa. Las personas tienen derecho a tener el celular que quieran.