Los habitantes de las casas próximas a la zona cero de la explosión en Cristo del Consuelo viven en medio de los estragos estructurales que la detonación dejó en sus casas. Pero el atentado terrorista de la madrugada del domingo 14 de agosto de 2022 también les dejó heridas físicas y emocionales que intentan superar.
Tres viviendas resultaron destruidas y en total 11 afectadas. La casa de Ángel, un activista afroecuatoriano de 26 años, está al frente de donde ocurrió la detonación. La puerta metálica quedó destrozada y llena de huecos de esquirlas, como de balas. El ventanal también resultó destruido. Y junto a la puerta de la calle permanece una mancha de sangre seca, de una de las personas destrozadas por los explosivos artesanales.
“No sabemos quién era ni como llegó hasta allí el cuerpo. Sólo me preocupé de que mi sobrina (de 12 años) y mi mamá no lo vieran, porque sufre de la presión”, contó el joven.
En la casa viven cuatro personas. Y creyeron que se trataba de un terremoto por la fuerza con la que se movían las casas. “Pero al darnos cuenta que estábamos sangrando nos percatamos de que era una bomba“, dijo.
Tanto él como su madre fueron impactados por pequeñas esquirlas de vidrio y otros materiales en la frente y los brazos. Y tuvieron que acudir a ser curados, aunque solo se trató de “golpes y cortadas” sin gravedad. El atentado dejó cinco fallecidos -todos víctimas colaterales del ataque, según la Policía- y 17 personas heridas, que requirieron de hospitalización.
El Gobierno Nacional inició este martes 16 de agosto con la entrega de kits de alimentos, aseo y vestimenta la asistencia social a 117 personas de 27 familias, entre afectados y damnificados en Cristo del Consuelo. Se habilitaron dos albergues, pero la mayoría de familias prefieren quedarse en casa de parientes o vecinos, o en las viviendas aún afectadas por el atentado.
También se prevé entregar un bono de contingencia por calamidad de USD 260, por una sola ocasión, según informó el ministro de Inclusión, Esteban Bernal. Y se estudia la entrega de bonos de reconstrucción de vivienda por USD 8 000 y USD 15 000.
En casa de Ángel la segunda planta, de construcción mixta, terminó con las mayores afectaciones: balcón inestable, ventanas destruidas y una parte del piso de madera a punto de caerse. Mientras que en la fachada se observa como la detonación voló bloques y afectó incluso vigas de la casa.
Una “noche horrible” en Cristo del Consuelo
Leyla, una mujer de 45 años, vive en otra de las casas afectadas por la detonación. La vivienda de dos plantas está ubicada a un lado de los tres inmuebles destruidos. “Las paredes están cuarteadas, las ventanas y puertas descuadradas. Creo que hay que tumbar paredes, nos dijeron que nos iban a ayudar. Son gastos que uno no esperaba”, dijo la moradora, que lleva más de 40 años en Cristo del Consuelo.
En las dos plantas viven seis personas, cuatro adultos y dos menores de edad. Tras la explosión de la madrugada del domingo 14, Leyla corrió a ver a su hijo de cinco años, sin atenerse a su propia integridad. “Fue una noche horrible, pensé que era un terremoto y que el mundo se acababa. La casa se remeció toda”, contó la mujer.
A ella la llevaron en un carro particular al hospital -las ambulancias no llegaban- donde le curaron la pequeña herida del pecho. El cuerpo de una vecina, quien dormía en su habitación, quedó tendido en la calle. Este martes 16 de agosto Leyla prendió una vela en la acera por su vecina, Roxana, fallecida tras el atentado.
“Se me escapan las lágrimas por la muerte de mi vecina. Tengo mucha tristeza de ver el barrio como está, todo esto que estamos pasando y que es terrible”, explicó.
En el vecindario marginal del sur del Puerto Principal no se explican los móviles del atentado. “Aquí nos cuidamos entre todos. Somos fiesteros, porque esa es nuestra esencia como afros”, dicen en relación a una discoteca clandestina que funcionaba a ocho casas de la explosión. La mayor parte de los habitantes son afroecuatorianos en esa cuadra del Cristo del Consuelo. También es famosa la sazón de la “madrina” que vende caldo de salchichas en su vivienda, a unas tres casas del foco de la detonación, en donde se encontraban otros de los afectados.