El ruido de motocicletas acelerando se oye poco después del timbre que anuncia la salida, al mediodía del pasado miércoles. Junto a la puerta de la escuela hay un patrullero estacionado y a su alrededor pasan, rápidamente, grupos de padres y estudiantes. Nadie se detiene, nadie quiere hablar.
La institución está ubicada en una zona apartada del noroeste de Guayaquil, junto a un terreno cubierto por maleza. Sus directivos han pedido resguardo policial porque la inseguridad que acorrala al sector ni siquiera respeta las aulas.
La semana pasada este fue el escenario de un enfrentamiento entre bandas. Hay quienes vieron personas subir a los techos del plantel para disparar, mientras adentro maestros y niños se arrojaban al piso. No hubo heridos, pero algunos estudiantes dejaron de asistir unos días por miedo.
Casos denunciados
El Ministerio de Educación ha reportado 69 eventos peligrosos en instituciones educativas del país en lo que va del año. Están relacionados a problemas que van desde la suspensión de clases por fugas en cárceles como la de Santo Domingo, hasta amenazas de bomba; pero hay más denuncias.
Los robos son la alerta más frecuente. Guayaquil, Durán y Samborondón (Guayas) han reportado 49 asaltos, de enero a mayo, según la Policía. Luego está El Oro con 43, Manabí con 36, Los Ríos con 34, Quito con 23, Santo Domingo con 14 y Esmeraldas con 10.
Aunque el blanco durante la pandemia fue la infraestructura escolar y su equipamiento, ahora los estudiantes se han convertido en víctimas directas en el regreso a clases presenciales. El caso más reciente ocurrió en el suroeste de Guayaquil, donde un joven recibió un balazo en un intento de asalto.
En esta semana también hubo denuncias de rectores de instituciones particulares que han recibido mensajes extorsivos de supuestos integrantes de bandas delictivas. Les piden miles de dólares para no sufrir ataques violentos.
Ataques con escopolamina
Educación explica que tiene protocolos y rutas de acción para la seguridad de los estudiantes dentro de las instituciones educativas “que es nuestra competencia”. Para cubrir los exteriores se articulan con gobernaciones, municipios, Policía y el Ministerio del Interior en estrategias de resguardo para la comunidad educativa, aunque no son del todo efectivas.
En Playas hay temor. En este cantón guayasense algunos estudiantes han sido atacados con escopolamina para robarles y otros han huido de sospechosos.
En Santo Domingo aún hay preocupación por la reyerta carcelaria de inicios de mayo, que obligó a retomar las clases en línea en tres escuelas cercanas al centro de rehabilitación social Bellavista.
La madre de un estudiante cuenta que a la parada de buses llegan extraños que buscan robar a los chicos. Su hijo menor fue arrojado al piso para robarle la mochila.
El consejo que repiten a los estudiantes del Técnico Simón Bolívar en Guayaquil es no llevar equipos electrónicos, aunque no todos lo aceptan. A la hora del receso escuchan música en sus celulares.
El sicólogo Gilber Jácome, del Hospital de la Policía, visitó a un grupo de bachillerato el martes. Les dio consejos de autocuidado.
“Hoy es necesario que tengan acompañamiento de un adulto, tanto al ingreso como a la salida para darles protección. No hay que llevar objetos tecnológicos y darles dinero limitado”, recomienda.
La sicóloga Laura Quezada, del Departamento de Consejería Estudiantil del Simón Bolívar, añade un elemento más: la inteligencia emocional. Con breves charlas trata de entrenar a los adolescentes para que mantengan la calma ante escenarios adversos como un asalto.
Pese a que este colegio no ha reportado amenazas externas, el comité de representantes ejecuta un plan de seguridad. Han identificado 12 puntos vulnerables que son vigilados a diario por 20 padres.