Recorren el Centro Histórico cada semana. Les gusta observar el paisaje, las cúpulas en las iglesias, ir a misa y disfrutar de la música y festivales artísticos que han vuelto a las plazas después del confinamiento por el covid-19.
Para algunos quiteños y residentes de la capital, visitar el Centro Histórico los domingos es una forma de salir de la rutina del trabajo y despejar la mente.
Algunos recuerdan que Quito fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad hace 43 años, aunque pocos conocen los motivos.
Ivón Yánez y Néstor Iza son una pareja de esposos que vive en el sector de Toctiuco, en el centro de la ciudad. Desde allí bajan cada domingo desde hace 30 años a recorrer las calles y admirar el paisaje.
Recuerdan que la capital fue declarada Patrimonio precisamente por conservar en buen estado las casas e iglesias coloniales. Sin embargo, piden a las autoridades más control en cuanto a ventas ambulantes y que se abran más opciones culturales para la ciudadanía.
Piden, además, retomar actividades como las veladas libertarias que, según dicen, dan más vida al Centro, sobre todo en las noches.
Solange Estrada, de 25 años, junto a sus padres y sus dos hermanos también recorren el Centro cada fin de semana. Llegan desde el sector de La Ecuatoriana, en el sur para cumplir con su tradición familiar de escuchar misa los domingos en la iglesia de El Sagrario y caminar por las plazas.
Ella rememora los motivos por los que la ciudad fue condecorada por la Unesco y considera que, aunque el Centro se ha mantenido, aún es necesario trabajar para mejorarla, sobre todo en temas de seguridad y limpieza en las calles.
Diego Chasi también va al Centro los fines de semana y lleva a su hija de 11 años para que conozca un poco de la historia de la ciudad. Junto a su familia recorre las iglesias y los museos para recordar cuál fue la historia de fundación de Quito y cómo ha podido mantener al Centro como uno de los mejores conservados de América Latina.
Marcelo Meneses y Wilson Lema son dos amigos que se encuentran los domingos en la Plaza de San Francisco. Aprovechan para escuchar misa y luego permanecen en el lugar conversando sobre su vida cotidiana.
A ambos les gusta mirar las cúpulas de las iglesias, aunque no saben que esas edificaciones fueron una de las razones para que la capital fuera declarada como patrimonio.
Mishel Ortiz, es una adolescente de 14 años, que va al Centro algunos domingos, cuando su trabajo se lo permite. No conoce los motivos de la declaratoria, pero le gusta caminar por las calles y deleitarse de la música y danza que se presenta en algunos puntos.
Como ella, decenas de personas salen cada domingo a las plazas históricas de Quito, portando mascarillas y con frascos de alcohol en la mano, para a pesar del virus, disfrutar de los atractivos que el Centro de la ciudad tiene para ofrecerles. Y aunque la gran mayoría de personas ignoran las razones por las cuales la capital recibió la condecoración, valoran las edificaciones y piden un mejor mantenimiento.