Calacalí es una de las parroquias más antiguas de Quito. Es conocida por tener una cultura agricultora y una gastronomía que invita a turistas durante las vacaciones.
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En este sector hay un restaurante que tiene un proyecto peculiar que promete hacer un cambio en la mentalidad de las personas.
El Patio, un restaurante que desafía los miedos en Calacalí
El proyecto nació de la mano del chef Alfredo Guamaní, quien siempre ha vivido en Calacalí y convirtió al patio de su casa en un restaurante.
Este restaurante deja una gran enseñanza: aprender a no juzgar a las personas por sus apariencias. Lo hace de una manera curiosa.
Al inicio, unos guías reciben a los turistas y les vendan los ojos. Les explican las reglas del juego, les dicen qué van a hacer y luego, solamente hay que confiar.
En fila, todos caminan por el espacio donde el chef tiene sus ingredientes frescos: su huerto, que está en la parte posterior de su casa.
Los turistas caminan con los ojos vendados por un huerto. Foto: EL COMERCIO.Luego ingresan al restaurante, o sea, el patio de la casa de Guamaní y se sientan en orden con la ayuda de los guías.
A estas alturas, ya se asimila de qué trata la experiencia: de saber cómo hacen las personas no videntes para realizar sus actividades diarias.
Nuevamente, un guía da las indicaciones de cómo deben actuar en la mesa para no tener accidentes con los utensilios.
Para que la experiencia siga siendo única, el orden en que se sirven los alimentos es diferente al convencional.
La comida se sirve en platos de un material duro para que en caso de que se caigan no se rompan y lastimen a alguien.
Uno de los desafíos al comer con los ojos cerrados es el de saber dónde están los cubiertos. Pero gracias a una técnica que el guía explica con mucho detalle, el alimentarse se hace un poco más fácil.
En caso de que la desesperación de no saber qué se está comiendo o de no poder hacerlo de la mejor manera, las reglas del juego permiten quitarse la venda, pero no se puede decir nada a los demás.
El comer con los ojos vendados se vuelve un desafío. Foto: EL COMERCIO.Al final de la experiencia, por lo menos por un instante, todos se vuelven un poco más tolerantes ante las dificultades de los demás.
Como último paso, el chef explica qué comida les sirvió y los ingredientes que tenía cada una de sus preparaciones.
Todos elementos que utiliza Guamaní para sus recetas son de su huerto y comprados en la misma comunidad de Calacalí.
La única forma en que se puede comer en El Patio es bajo reserva, porque en palabras de su dueño: “están en contra de recalentar la comida”.
Guías de El Patio. Foto: EL COMERCIO.