Aunque el desempleo viene bajando desde hace un año en Quito, la capital sigue siendo la ciudad más afectada por la falta de trabajo en el país.
Patricio Aguas lleva desempleado más de un año. La mayor preocupación de este comunicador es que no tiene dinero para mantener a su hijo de 9 años. “No solo es la urgencia económica de uno, sino la de un pequeño que también necesita”, explica con pesar.
Su voz refleja cansancio. Ha dejado innumerables hojas de vida, incluso en sectores distintos a su profesión, como ventas y ‘call centers’, pero no ha sido contratado.
Como él, 12 de cada 100 quiteños no contaba con un trabajo hasta septiembre pasado, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), que retomó la publicación de los datos por ciudad luego de un año de no hacerlo.
Quito tiene 117 000 desempleados, el doble que otras localidades, como Guayaquil.
Comerciantes e industriales creen que la recuperación del empleo va más lenta en la capital porque hay más restricciones en términos de aforos, horarios y circulación, dice Pablo Zambrano, presidente Ejecutivo de la Cámara de Industrias y Producción (CIP).
Otro factor que ha perjudicado a la localidad es la inestabilidad política en la Alcaldía, que ha retrasado la toma de decisiones como la aprobación del plan urbano de uso de suelo, que recién se dio este mes y que se espera dé un impulso a la construcción.
La Cámara de Comercio de Quito (CCQ) estima que las ventas de la capital cerrarán este año con una caída del 6% en relación con el 2019.
Por eso, Carlos Loaiza, titular de ese gremio, considera que es urgente que se revisen los aforos, horarios para negocios comerciales, bares, restaurantes y hoteles.
Estas decisiones son fundamentales para generar una mayor reactivación en noviembre y diciembre, meses donde la actividad comercial aumenta.
La CIP apoya planes de la Alcaldía como ‘De vuelta al centro’, para reactivar el turismo. Y pide agilizar los reglamentos para concretar nuevos permisos de construcción.
La CCQ, por su parte, lanzará en estos días un comité por la ciudad, que busca reunir a empresarios, universidades y otros actores para discutir y ayudar a construir políticas enfocadas en la seguridad y en el empleo.
Según el director del INEC, Roberto Castillo, los datos de la capital tienen que ver con factores históricos.
El quiteño usualmente sale en búsqueda de trabajo; en cambio el guayaquileño trata de sobrevivir vendiendo algo, y eso se relaciona con su tradición comercial.
Mónica Mendoza es radióloga, pero hace un año decidió dejar su empleo y emprender para poder quedarse en casa y cuidar a sus hijas, que entraron a clases virtuales. Ella montó un pequeño negocio de venta de bolos gourmet, llamado Las Delicias de Moni.
La guayaquileña cuenta que el trabajo es duro, pero que actualmente hay meses que logra igualar el salario que tenía en el centro médico, donde laboraba, y que era de USD 700.
Pero hay otros casos donde estos trabajos eventuales pueden ser precarios, especialmente cuando los ingresos no alcanzan un sueldo básico o no hay afiliación. El subempleo en Guayaquil afecta a 19 de cada 100 personas.
De ahí que los trabajadores de esta ciudad perciben un salario de USD 278,1, el más bajo comparado con otras cuatro ciudades que son parte del estudio del INEC (ver gráfico).
Cuenca, en cambio, tiene la remuneración más alta, con 318,4 al mes en promedio.
Para Miguel Ángel González, presidente de la Cámara de Comercio de Guayaquil, se debe tener en cuenta que el mercado laboral y la economía están experimentando una recuperación producto del rebote económico gracias al exitoso plan de vacunación.
Entre mayo y septiembre de este año, según el Director del INEC unas 275 000 personas consiguieron un empleo pleno, donde se labora ocho horas al día y se gana, al menos, el básico y “eso se debe a la vacunación”.
Pero la CCG apunta que, si bien el empleo adecuado ha mejorado, aún no alcanza niveles de la prepandemia, por lo que hacen falta reformas que faciliten la inversión y la creación de empleo.