Un ciclón sacudió ayer las principales bolsas mundiales, evidenciando el temor de una crisis como la registrada a fines del 2008.
La tormenta comenzó muy temprano en Asia, más tarde golpeó a la mayoría de países europeos y terminó azotando a Estados Unidos y América Latina.
Los inversionistas esperaron la apertura de los mercados para mostrar sus temores acumulados durante el fin de semana, luego que la noche del viernes pasado Standard & Poor’s redujera por primera vez en la historia la calificación triple A que tenían los papeles de deuda de EE.UU.
Los anuncios del Banco Central Europeo, de comprar deuda italiana y española para evitar una crisis en la zona euro, no fueron suficientes para reducir los temores de una recesión mundial.
Al cierre de las operaciones bursátiles, Tokio cayó 2,18%, afectada además por la valoración del yen frente al dólar. Las bolsas de Hong Kong, Sídney y Seúl se derrumbaron entre el 2,17 y 3,8%.
Los números rojos continuaron en la Unión Europa, con caídas fuertes en Atenas, Fráncfort, Estocolmo, París, Ámsterdam, Madrid, Milán, etc. Aunque el mayor derrumbe se produjo fuera de la Unión Europea, en Moscú, cuya bolsa de valores perdió el 8%.
El índice “paneuropeo” Stxe 600 volvió a sus niveles de 2009, con una baja de 4% y una pérdida de 197 000 millones de euros de capitalización bursátil.
Los mercados temen, según analistas, la exposición del sector bancario mundial a la deuda europea, pese a los llamamientos del G7 y del G20 en favor de la mejora de la economía y a la compra por el Banco Central Europeo (BCE) de deuda de los países en dificultades de la Eurozona.
“Los inversores están preocupados por los crecientes riesgos de una recesión mundial, la amenaza de dificultades de los bancos y la creciente falta de confianza en los políticos de la UE para resolver la crisis de la deuda y la crisis de los bancos”, dijo Neil MacKinnon, analista de VTB Capital.
“La situación financiera y económica mundial es muy poco halagüeña y los responsables políticos se están quedando sin munición. Nos esperan tiempos difíciles”, dijo MacKinnon, quien aseguró que los corredores están deshaciéndose de acciones de riesgo y prefieren preservar el dinero.
“Parece que independientemente de lo que hagan los políticos, los mercados no están con ánimos para dejarse sorprender. Esto es un desconcierto y no veo que se vaya a mejorar pronto”, comentó MacKinnon.
De hecho, Wall Street sintió ayer ese desconcierto y sufrió su mayor caída en casi tres años. Los inversores huyeron en masa hacia la seguridad del oro y de los bonos y los principales índices de acciones estadounidenses cayeron más de un 6%.
Curiosamente, los inversionistas buscaron refugio en los bonos del Gobierno estadounidense que fueron degradados en su calificación por Standard & Poor’s.
La decisión se explica por su alta liquidez y por la percepción del mercado de que sigue siendo un activo de alta calidad. “Esto es pánico y casi por definición no tiene una explicación. No importa saber la razón”, dijo James Paulsen, estratega de inversiones de Wells Capital Management.
La amenaza de estancamiento económico en Estados Unidos asustó principalmente a México, que tiene fuertes vínculos económicos con el gigante de Norteamérica. Las operaciones de la Bolsa de Sao Paulo -la más grande de Sudamérica- estuvieron al borde de la paralización, mientras en Perú, donde las acciones mineras tienen un gran peso en el mercado bursátil, se detuvieron una hora antes del cierre oficial.
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