En el proyecto Coca Codo Sinclair no todo lo que brilla es oro. La megaobra hidroeléctrica del Gobierno cojea en uno de sus frentes más sensibles: el trato a los trabajadores, especialmente a los que operan en el grupo 10, conocido como Embalse Compensador.
Su ejecución (que le costará al país USD 2 200 millones) está a cargo de la estatal china Sinohydro, que trabaja simultáneamente en cuatro sectores: Embalse Compensador, Obras de Captación (Salado), Ventana Vos (túnel de conducción) y Casa de Máquinas. En las obras, que se realizan a 300 kilómetros al este de Quito, entre Napo y Sucumbíos, se emplean 1 200 trabajadores: 900 ecuatorianos y 300 chinos. Ellos construyen vías, puentes, campamentos, túneles, obras de captación, plantas…
Durante su ejecución, que empezó a mediados de 2011, el proyecto ha tenido inconvenientes, especialmente por las denuncias de maltrato a los empleados.
“El trabajo cada vez se vuelve más complejo, hay mayor demanda de mano de obra, y por tanto de más servicios, que en varios casos no existen en la zona y dificultan nuestra labor”, comenta el gerente de Sinohydro, Li Zhongoi, quien para la entrevista requiere una traductora.
Las últimas semanas, este Diario acudió, en dos ocasiones, a la zona y recorrió dos de los campamentos. Fueron entrevistados 15 trabajadores y técnicos de Sinohydro en Lumbaqui y Simón Bolívar, así como cuatro ex empleados. Entre los principales problemas se cuenta la falta de agua potable para la preparación de alimentos y aseo de los empleados, la insuficiencia de equipos de atención médica, el supuesto no pago de horas extras…
Por estos y otros motivos, entre enero y noviembre pasados, en la Inspectoría de Trabajo de Nueva Loja (Sucumbíos) se presentaron 26 denuncias en contra de Sinohydro y Coca Codo Sinclair, documentadas por este Diario.
En Quito, el Ministerio de Relaciones Laborales confirmó haber dado trámite a seis denuncias contra la compañía, que fue sancionada con la máxima multa estipulada de 20 remuneraciones unificadas (USD 5 280). Funcionarios de Sinohydro, que pidieron no ser identificados, dijeron que el año pasado fueron despedidos más de 40 trabajadores de forma intempestiva.
Según Zhongoi, Sinohydro ha cumplido en todos los casos con lo que señala el Código del Trabajo, y en relación a los despidos ha cubierto las correspondientes reparaciones laborales.
Las primeras señales de malestar en Sinohydro aparecieron en noviembre pasado, en El Salado. Hubo un paro de dos días: los trabajadores exigían mejoras salariales y de la alimentación, entre otros. Eso motivó reuniones entre autoridades del Ministerio de Relaciones Laborales, Coca Codo, Sinohydro y el alcalde de El Chaco, Javier Chávez. “Hubo una respuesta bastante favorable de la empresa para solucionar los problemas de los empleados, al menos en el grupo 14”, sostiene Chávez, quien destaca la labor social de Coca Codo Sinclair, que construye sistemas de agua potable y obras en escuelas de la zona.
Casos de tifoidea
No obstante, los problemas persisten. Las secuelas más graves se evidencian en la falta de agua potable para el consumo, así como para la limpieza de los alimentos, y aseo personal. Son comunes las infecciones estomacales. El año pasado se reportaron 12 contagios de tifoidea, enfermedad infecciosa producida por una bacteria que prolifera en ambientes insalubres o por el consumo de alimentos y agua contaminados con heces fecales.
Uno de los casos más delicados se presentó el jueves 18 de agosto pasado. El ingeniero civil Diego Carrión Guerra, de 37 años, quien se desempeñaba como asistente técnico en el grupo 14, empezó a sufrir severos dolores estomacales. “Luego de almorzar se me formó una bola en el estómago. Recuerdo que ese día nos dieron pollo, que sabía muy mal. En general, la comida era insalubre. Entonces fui al consultorio del campamento, respiraba con mucha dificultad”.
En el dispensario fue atendido por la doctora Yolanda Flores, entonces parte de Salud Ocupacional. Su diagnóstico fue que tenía una obstrucción intestinal. “Le dije que se recostara para ponerle suero, luego pedí una ambulancia, que no me querían facilitar”.
Mientras tanto, Carrión empezó a entrar en shock. “Se puso muy mal, casi no tenía pulso, estuvo en peligro su vida; tenía 32 de pulso, sudaba frío. Entonces le inyecté sueros y antibióticos para estabilizarlo. Se salvó de milagro”, relata la doctora. Los primeros casos de salmonellosis y tifoidea se presentaron en mayo. “Hicimos un cerco y controlamos el brote de 12 casos, luego batallamos para que nos dieran medicinas”.
Después de 40 minutos, Carrión fue embarcado en la ambulancia del campamento y trasladado al hospital de El Chaco. Era jueves pero los médicos no estaban, según recuerda la galena, que llegó minutos después en otro vehículo.
Entonces, Carrión decidió viajar a Quito. “Como tenía seguro privado me interné en la Clínica Cruz Blanca”. Según la historia clínica 7422, ingresó por emergencia y fue hospitalizado “con fiebre tifoidea”, certificada por la doctora Zoila Quizphi. Días después, debió ingresar nuevamente, esta vez para que le extirparan la vesícula.
Al referirse a las causas del brote, Flores enfatiza: “La preparación de los alimentos es insalubre. La comida es mala, porque los administradores chinos compran los alimentos más baratos. Los preparan en pequeños restaurantes, que solo tienen capacidad para atender a máximo 50 personas, pero reciben entre 150 y 200 comensales, a la vez. Pasé un informe señalando que ese no era un sitio adecuado, pero no obtuve ninguna respuesta”.
La profesional también recuerda otro caso sensible. “A un chico, de 21 años, que operaba una bomba de hormigón, le entró lodo en el ojo izquierdo, porque no tenía gafas de protección. En la ambulancia le coloqué un irrigador continuo y llegamos a El Chaco, le volví a lavar y le coloqué corticoides. Luego fuimos a Quito, donde debimos ingresarlo a la sala de operaciones de la Clínica Santa Cecilia. Por cinco horas le hicimos una limpieza quirúrgica y le salvamos el ojo. Volví a la empresa y me reclamaron por hab
‘Falta sistema de agua potable’
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Coca Codo Sinclair es la encargada de controlar, junto con una fiscalizadora mexicana, el desempeño de Sinohydro.
Luciano Cepeda, gerente de Coca Codo Sinclair, reconoció que las afecciones de salud están latentes entre los empleados por “problemas de calidad de agua”.
No se ha implementado del todo, dijo, el sistema de agua potable y el procesamiento de excretas en las zonas de las obras.
“Pero yo pienso que en unos tres o cuatro meses ya todos los campamentos, antes de entrar en operación, tendrán esto listo. Estarán bien equipados, con plantas de agua potable”.
Respecto a las denuncias por maltrato laboral en el grupo 10, indicó que se pidieron varias inspecciones al Ministerio de Relaciones Laborales. “No estaban cumpliendo con que estén todos (los trabajadores) bajo el IESS, que los contratos de trabajo estén legalizados y que se controle los tiempos de trabajo. Todo eso hubo al comienzo y les estamos poniendo en vereda”.
Según Cepeda, se están superando los problemas respecto a la comida y el trato a los empleados. Argumentó que los mayores inconvenientes fueron con los subcontratistas. Con Sinohydro -agregó- se dieron problemas en los campamentos. Ahora están mejorando. Todo eso se dio y se les ha ajustado a los chinos, para que cumplan sus obligaciones.