Las críticas se multiplicaron este 29 de noviembre en las redes sociales chinas por las irregularidades de una compañía de tecnología genética cuya filial en Gansu (centro) fue suspendida por inconsistencias en los resultados de sus PCR, cuestionando el negocio que hay detrás de esta industria.
El laboratorio Hezi Huaxi de la ciudad de Lanzhou dejó de ejecutar sus funciones la semana pasada tras vincular por error unos resultados positivos de pruebas PCR a unos ciudadanos que habían dado negativo y que fueron trasladados a centros de confinamiento.
Las inconsistencias en los resultados de las pruebas pronto pusieron bajo el foco a la empresa de tecnología genética Nucleus Gene, accionista mayoritaria del laboratorio de Lanzhou, cuyas instalaciones de prueba en distintos puntos del gigante asiático se han visto frecuentemente envueltas en controversias.
Mayor control
Entre tanto, las grandes ciudades chinas amanecieron en aparente calma después de que en urbes como Pekín se levantaran fuertes medidas de seguridad tras las protestas del pasado fin de semana contra la política oficial de “cero covid”.
Las autoridades reaccionaron a la inédita protesta que reunió a centenares de personas aumentando la noche del lunes el despliegue policial y vallando áreas de la capital china para impedir que las marchas se repitan.
En redes sociales como Twitter, prohibida en el país asiático, algunos internautas aseguraron que la policía ha estado revisando los teléfonos de los transeúntes para tomar nota de sus identidades en caso de que utilicen aplicaciones vetadas como esa o como Telegram, a las que algunos usuarios culpan de estar detrás de las protestas.
Sin embargo, videos de las protestas muestran cómo algunos de los manifestantes desafían la teoría de que “fuerzas del exterior” tengan algo que ver con las convocatorias, y aseguran que estaban allí por su propia voluntad.
Ingeniosa protesta
Los manifestantes no solo están mostrando su descontento con el “cero covid” sino que, en algunas ocasiones, han llegado a reclamar la dimisión del presidente del país, Xi Jinping, alabado en los últimos años por la prensa oficial como principal coordinador de la política antipandémica de China.
Asimismo, en los últimos días, otro de los grandes puntos de fricción ha sido la imperante censura en el país, que excluyó de la lista de tendencias de la red social Weibo -equivalente local de Twitter- la etiqueta en la que se debatía sobre la muerte de 10 personas en un edificio aparentemente confinado en Urumqi (noroeste), el suceso que desató la ola de indignación.
Tras ello, algunos internautas publicaron artículos en WeChat que únicamente se componían de palabras como “bien”, “sí” o “de acuerdo”, en protesta por la eliminación sistemática de contenidos críticos con el desempeño de las autoridades.
De hecho, uno de los símbolos de las protestas ocurridas en varias de las grandes ciudades del país están siendo los folios en blanco, que representan precisamente el descontento de los ciudadanos por no poder expresar sus opiniones, en este caso mediante pancartas con lemas de apoyo a las víctimas de Urumqi o críticos con las políticas sanitarias del Gobierno de Xi Jinping.
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