La muerte del último líder soviético, Mijaíl Gorbachov, el martes 30 de agosto de 2022 a los 91 años en un hospital moscovita, ha suscitado en Rusia reacciones encontradas sobre su figura y papel histórico.
“La marcha de Mijaíl Serguéyévich Gorbachov es una tragedia para el país y para todos aquellos de nosotros cuya vida él cambió para mejor. Sí, para mejor, pese al colapso de la Unión Soviética y a las enormes pruebas que este supuso para sus exciudadanos”. Declaró el vicepresidente del Senado ruso, Konstantín Kosachov.
El legislador destacó que “justamente Gorbachov quebró un sistema falso desde sus inicios que, con el tiempo, degeneró en uno antipopular”. “Murió Mijaíl Gorbachov, el autor del nuevo pensamiento y la perestroika (reestructuración), llamados a dar al país y al mundo nuevos aires. Una figura histórica de envergadura”, escribió, por su parte. Esto en su cuenta de Telegram el presidente del Tribunal de Cuentas de Rusia y exministro de Finanzas, Alexéi Kudrin.
La otra cara
En cambio, para el senador y exprimer ministro soviético Nikolái Ryzhkov, Gorbachov fue “una persona que comenzó a reformar el país. Luego no calculó sus fuerzas y terminó por destruirlo”. “En mi memoria ha quedado como el destructor de una gran potencia. La Unión Soviética”, dijo Ryzhkov en declaraciones a la agencia oficial rusa RIA Nóvosti.
El líder del oficialista partido Rusia Justa por la Verdad, Serguéi Mirónov, indicó a su vez que Gorbachov para el pueblo soviético fue una “necesaria porción de aire fresco y una esperanza de cambios colosales”. Sin embargo, Mirónov subrayó que como resultado de su gestión “los habitantes de la Unión Soviética perdieron un magnífico país. Añadió que en lugar de derechos humanos llegaron el caos. El derecho del más fuerte, el desempleo y la miseria para millones de ciudadanos de (la actual) Rusia”.
“Las declaraciones y anhelos de Gorbachov se convirtieron en sueños incumplidos y en una tragedia para muchas generaciones de rusos”. Añadió el veterano político citado por la agencia oficial de noticias TASS. La Fundación Gorbachov, que el martes informó que el expresidente de soviético será sepultado junto a los restos de su esposa, Raisa Gorbachova. Esto en una fecha que decidirá la familia, declaró el miércoles 31 de agosto de 2022 que no tenía conocimiento (aún) de si sus funerales serán declarados de Estado.
“No lo sabemos… Hay asuntos legislativos y de protocolo que no decidimos nosotros”, dijo a RIA Nóvosti el jefe de la oficina de prensa de la Fundación Gorbachov, Pável Palazhchenko.
Un héroe occidental
Una de las herencias principales dejadas por el fallecido político es la terminación de la Guerra Fría. El miércoles, la cadena estadounidense señalaba sobre Gorbachov en su página web que “inspiró repentinamente la esperanza de que el enfrentamiento nuclear, que persiguió al mundo en la segunda mitad del siglo XX no terminaría por destruir la civilización”.
Y añadía: “Después de una serie embriagadora de conversaciones sobre reducción del control de armas nucleares y reuniones con líderes occidentales, Gorbachov se convirtió en un héroe en Occidente”.
Sin embargo, fue su decisión de no intervenir con la fuerza militar cuando estallaron las rebeliones populares contra los regímenes comunistas en las naciones del Pacto de Varsovia, en 1989. Lo que condujo a la liberación de Europa del Este, la caída del Telón de Acero, el fin de la Guerra Fría y la reunificación de Alemania, lo que le concedió una dimensión histórica.
Pero mientras fue enaltecido en Occidente, Gorbachov llegó a ser visto como un paria por muchos de sus compatriotas, que de pronto se quedaron sin país. Y a menudo se olvida ahora que su objetivo no era necesariamente desmantelar la Unión Soviética comunista. En muchos sentidos, su mano se vio forzada por décadas de decadencia económica en el sistema comunista y el impacto agotador de una carrera armamentista nuclear con Occidente.
Pero al tratar de salvar el sistema, desencadenó fuerzas que lo destruyeron. Y en ese momento, su influencia causó consecuencias que aún se pudieron sentir el día de su muerte, con Moscú y los países occidentales nuevamente enfrentados en un escalofrío al estilo de la Guerra Fría.