Diana Saavedra filma a su hijo, Alejandro. Debe presentar el video de una exposición. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
Al teléfono de Santiago Z. llegaron mensajes de WhatsApp similares: “Buenas noches, tuve un percance al enviarle el portafolio”, “ayúdeme, por favor”, “perdón por el atraso”. El profesor cuenta que le escribieron luego de la fecha tope para enviar las tareas del primer quimestre.
Y tras una semana del inicio del segundo, aún hay alumnos que no presentan los deberes, relata el maestro de un plantel fiscal de Quito, que pidió la reserva de su apellido. También pasa en los privados. “En las juntas de curso, mis colegas manifestaron preocupación por el nivel de incumplimiento, de hasta el 50% de chicos por aula”.
Los estudiantes y sus padres -anota- creen que pueden pasarlas aunque sea al final del año escolar. “Sí influye la falta de conectividad, pero en la mayoría de casos se detecta irresponsabilidad. Más entre quienes permanecen solos en casa, mientras papá y mamá salen a trabajar”.
Para Dana G. eso no es un impedimento. Mientras su madre trabaja, ella y sus hermanos hacen tareas. La joven de segundo de bachillerato prefiere entregarlas de forma semanal y no al final del parcial (10 semanas). “Acumulado se vuelve más pesado”.
Sin embargo, comenta, algunos de sus compañeros lo dejan todo para el final. “No ponen interés porque pueden presentarlas al último y el ciclo anterior pasamos todos”.
En función de la norma vigente, la Subsecretaría de de Quito informó que docentes de un mismo grado planifican y acuerdan enviar hasta dos tareas por día, de lunes a jueves. Nada viernes, fines de semana y feriados.
Según el plan Aprendamos Juntos en Casa, para trabajo autónomo con mediación docente se recomiendan actividades de media hora a una hora al día para niños de 2 a 5 años; de una hora para los de 6 a 8; de una y media para alumnos de 9 a 11, y de dos horas para alumnos de 12 a 16 años.
A diario, Isabella destina menos de una hora para sus tareas, cuenta su madre Diana Saavedra. No son complicadas, aunque reconoce que ella se queda en casa.
En un grupo de WhatsApp despejan dudas sobre deberes y se apoyan. “Si algo no entendemos, alguien consulta a la profe y nos comunica”.
Mientras con Isabella, de tercero de básica, no se han dado novedades, con su hijo de décimo sí. Se ha descuidado, “por los videojuegos”.
Los docentes debieran coordinar con el Departamento de Consejería (DECE). “Ellos hablan con los padres”, relata Pedro C. De 36 estudiantes en su clase de literatura, de primero de bachillerato, cuatro suelen enviar tarde los deberes.
En su informe de tareas no enviadas de enero, se observa una lista de 10 alumnos que no cumplieron. En algunos casos se conversó con los padres y se reabrieron las plataformas para tareas atrasadas, pero no fueron subidas.
Una recomendación de Grupo Faro es que se adapte y flexibilice el calendario escolar, currículo, evaluación, exámenes y promoción, dice Paola Jácome, directora de educación del organismo.
Cada quimestre está compuesto por dos parciales. En cada uno, los trabajos realizados representan un 40% de calificación. Y el 20% restante corresponde a un proyecto.
Los estudiantes, respondió la Subsecretaría, deberían entregar los deberes al final del parcial o del quimestre.
María Elena Calvopiña aprovecha las horas de conexión con el tercero de básica para que realicen las tareas. Así, los niños solo terminan una parte por su cuenta. Y al día siguiente les hace preguntas. Con esa estrategia, de 40 alumnos, cuatro no cumplen.
En su escuela fiscomisional, el portafolio es ‘reflexivo’. De 20 deberes semanales, los chicos eligen cinco; de esos que envían evidencias y respuestas a: ¿qué aprendiste?, ¿qué no aprendiste?.
En contexto
Desde el 13 de marzo del 2020, las clases son remotas en el país. El COE nacional aprobó los planes piloto de retorno presencial, con 30% de alumnos de 495 planteles. Pero mantiene suspendida la asistencia hasta el 28 de este mes.