Unas 15 cañas rollizas dan forma a un sencillo pero digno hogar. Las esterillas de este resistente material, que brota en los bosques del Litoral, se han entretejido por años en los talleres de Hogar de Cristo para convertirse en los sólidos paneles que han acogido a miles de familias.
Fue un día como este sábado, el 12 de junio de 1971, que la primera vivienda de asistencia social tomó forma en el norte de Guayaquil. Antonio Cano dice conmovido que fue el primer afortunado en ver cómo en menos de dos horas levantaron su casa propia, en un terreno en Mapasingue Oeste.
“Era un sábado. Llegaron tres trabajadores para armarla con pernos y tuercas. Cuando colocaron el techo yo me sentí tan feliz, parecía una broma que tuviera algo propio. Era pequeña, pero en la humildad se valora lo poco; y yo la veía tan grande”. Ahora cuenta con una casa completamente distinta, de cemento.
Este sábado 12 de junio de 2021, Cano fue uno de los invitados especiales de Honrar Memorias, un programa organizado por Hogar de Cristo para hacer un repaso de estos 50 años, desde que empezó el proyecto en territorio.
Con su testimonio don Antonio rindió un homenaje a su amigo y maestro, el padre Francisco García Jiménez, recordado como tío Paco. El jesuita fue el fundador en Ecuador de la misión de viviendas para las familias más vulnerables.
En antiguas fotografías se lo observa en su tradicional motoneta, surcando las calles zigzagueantes de los barrios marginales que empezaban a levantarse en la década del 70 en el Suburbio guayaquileño.
Su sueño luego se extendió por toda la Costa ecuatoriana, en comunidades rurales y en los cordones marginales de las grandes ciudades. Más de 210 000 viviendas han sido entregadas en estos 50 años, a bajo costo y con facilidades de financiamiento.
La propuesta nació para aportar a la búsqueda de soluciones ante un marcado déficit habitacional. En el 98% de los casos han entregado viviendas de emergencia, como asegura el padre Eduardo Vega, director general de Hogar de Cristo,
“A partir de estas viviendas han construido su propio hogar. Empezaron con una de madera y caña; ahora tienen un nivel de vida diferente. Hemos contribuido a transformar vidas, que es lo más importante”.
Hoy se afincan en el noroeste de Guayaquil, en la extensa zona de Monte Sinaí, donde están surgiendo nuevas y modernas alternativas, bajo metodologías innovadoras que apunta al desarrollo del entorno desde las comunidades y a la autoconstrucción. Una muestra es el proyecto San Alberto Hurtado, que lleva el nombre del creador de Hogar de Cristo en Chile, en 1944.
Este sábado 12 nueve familias, entre ellas la de Segundo Quiñónez, recibieron llaves de madera como símbolo de las casas que recibirán y que están ayudando a levantar. Es un modelo distinto, que fusiona un contenedor en la planta baja y un piso adicional con estructura de fibrocemento.
“He logrado este objetivo de tener una casa -dice Quiñónez-. Vengo participando en este proyecto desde hace cinco o seis años, que es participativo (…). Con mis manos he construido mi casa y eso me llena de satisfacción”.