En agosto, las columnas de humo de los incendios forestales se dejan ver desde muy lejos, en el paisaje de la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Cajas (PNC), en la capital azuaya.
El sonido de los tanqueros y los bomberos lidiando entre los pajonales y soportando las altas temperaturas altera la cotidianidad de los habitantes. Ocurrió la semana anterior en Cancán, comunidad de la parroquia Chaucha.
Esta es una de las siete zonas vulnerables y recurrentes a los incendios forestales en Cuenca. Cinco están en las parroquias Molleturo, Chaucha y Sayausí, zona de amortiguamiento del PNC.
Además, Cancán, Soldados, Bellavista, Chacanseo y Pavaurco son territorios de pajonales y remanentes de bosque andino, ubicados en las partes altas. Desde allí nacen las cuencas hídricas que abastecen de agua a todo el cantón. Albergan una gran diversidad de flora y fauna, con algunas especies endémicas.
Estos territorios están ubicados a más de 3 000 metros de altitud, donde el viento sopla fuerte. Ese clima adverso es agotador, cuenta un bombero que el miércoles 24 de agosto trabajó varias horas en Cancán. “Las llamas y el humo cobran altura y nuestros esfuerzos se diluyen frente a esa magnitud” .
Silvio Cabrera, de la Unidad de Bosque y Vida Silvestre de la zonal 6 del Ministerio de Ambiente, indica que la fragilidad responde a que estos territorios son de propiedad privada y están expuestos al movimiento turístico.
Dentro del área protegida del PNC, de 28 544 hectáreas, hay control de la autoridad ambiental y por eso no hay emergencias. En las zonas vulnerables, las casas están dispersas y las familias viven de la agricultura, ganadería y piscicultura.
Dos días les tomó a los bomberos, guardaparques, obreros de la Dirección de Riesgos y comuneros controlar el incendio en Cancán. Mientras, otras emergencias eran atendidas en Santa María de El Vergel y El Salado de Sinincay.
Finalmente se consumieron 20 hectáreas de pajonal y remanente de bosque. Este fue el incendio más grave de los 35 registrados en Azuay en el presente mes, según el ECU–911 Austro. De ellos, 27 ocurrieron en Cuenca, lo que representa el 80,4% de las emergencias.
Cabrera explica que con esto se pierde la cobertura vegetal, la diversidad biológica, hay afectación al suelo y generación de gases de efecto invernadero.
Además, se restringe de manera significativa la capacidad de retención y regulación del agua en áreas afectadas, porque no existe infiltración del mismo, lo que “incide en la cantidad y calidad del líquido vital”, añade.
2020, el año más crítico
Según datos de la Zonal 6 de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos, con 3 171 hectáreas consumidas Azuay fue la tercera provincia con mayor incidencia de incendios forestales en 2020.
Después de Cuenca, los cantones más afectados fueron Oña, Paute, Gualaceo, Pucará, Sígsig y Santa Isabel. En 2021 fueron 663 hectáreas perdidas y, en lo que va de 2022, ya superan las 200.
Las instituciones públicas cuentan con un plan de contingencia para la prevención y combate de estos eventos. Esto incluye la preparación y disponibilidad de 426 bomberos forestales para Azuay, 176 vehículos y 2 228 herramientas menores.
Cuando se haya superado la capacidad de respuesta en alguna emergencia y sea necesario, se activarán los recursos de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, explica Milton Benítez, coordinador de la Zonal 6. Sin embargo, los recursos económicos siguen siendo una limitante. Por ejemplo, el Municipio de Cuenca tiene un presupuesto anual de USD 200 000 y la Prefectura, uno de USD 25 000.
Campaña de prevención
El 23 de agosto, el Ministerio de Ambiente lanzó la campaña Juntos prevenimos los incendios forestales, que tiene el apoyo de todas las instituciones públicas.