Los repentistas, una estirpe ya en extinción en Ecuador

El investigador y folclorista Wilman Ordóñez ha trabajado de cerca sobre estas tradiciones montuvias.

El repentismo (o canto de improviso) es una forma de poesía popular que en la oralidad del pueblo montuvio toma forma en decires y cantos, en la que todo se improvisa menos la estructura. Los repentistas campesinos de la Costa improvisan sobre décimas o coplas amorfineras, mezcla de humor y romanticismo.
“Es un arte en extinción. Han muerto muchos de sus custodios montuvios quienes, al mirar al otro, crean versos y rimas casi perfectas, o cantan improvisando sobre los demás”, contó el investigador y folclorista Wilman Ordóñez, quien disertó la semana pasada sobre ‘El amorfino y otras historias de la tradicional oral montuvia’.
La charla fue en el programa ‘Estantería abierta’ de la Casa de la Cultura del Guayas. El escritor, autor de una docena de libros sobre la cultura montuvia, tradición oral y folclore, describe al repentista como un creativo nato que inventa nueva poesía en el momento. “Habla en verso, come en verso y duerme cantando. Repentistas montuvios quedan pocos; repetidores de amorfinos, muchos todavía”.
Uno de esos custodios fue el juglar popular manabita Dumas Mora Montesdeoca, un cultor del amorfino y conocido como ‘el poeta de Carrizal’. Él falleció el 19 de agosto del 2018, a los 88 años, en Calceta.
Ordóñez dice que los repentistas suelen ser campesinos sencillos, sin academia, pero que demuestran gran sabiduría popular. Dumas Mora nunca fue matriculado, pero fue a la Escuela San Martín de su natal Calceta. Fue un lector apasionado que descubrió desde niño a poetas como Rubén Darío, Quevedo o Góngora.
El mayor de todos los repentistas montuvios fue quizás Pedro Florentino Valdez, también de Manabí. Otros han ido desapareciendo como Nicolás Ochoa o Arístides Piedrahíta.
En la parroquia Ayacucho del cantón manabita de Santa Ana -señala Ordóñez- sobrevive una de las hermanas Véliz Franco, Josefa, improvisadora de versos de chigualo, con una imaginación versística y poética que no le pide favor a ningún poeta culto.
En Los Ríos está Hugo Jiménez Contreras que se hace llamar el nuevo Don Toribio de Puebloviejo. En Isidro Ayora, en Guayas, está Don Cato, un improvisador de amorfinos.
Jiménez Contreras recuperó el peculiar estilo de quien fuera popular guitarrero y amorfinero Manuel Rendón Briones ‘Don Toribio’, el mismo que hiciera popular la cantada amorfinera en radios de Guayaquil por los años cuarenta.
Con estos custodios de la tradición se va todo un saber del arte de la improvisación y del propio universo montuvio. A esto se suma la problemática de la falta de registros impresos, sonoros o visuales que perpetúen su memoria.