Se desvela el misterio de la Gioconda de Chantilly, su autor fue Leonardo da Vinci

El descubrimiento de trazos de una persona zurda, datos obtenidos de las marcas de fábrica del papel y más permitieron determinar que la 'Gioconda desnuda' o 'Gioconda de Chantilly' pertenece a Leonardo da Vinci. Foto: captura.

El descubrimiento de trazos de una persona zurda, datos obtenidos de las marcas de fábrica del papel y más permitieron determinar que la 'Gioconda desnuda' o 'Gioconda de Chantilly' pertenece a Leonardo da Vinci. Foto: captura.

El descubrimiento de trazos de una persona zurda, datos obtenidos de las marcas de fábrica del papel y más permitieron determinar que la 'Gioconda desnuda' o 'Gioconda de Chantilly' pertenece a Leonardo da Vinci. Foto: captura.

La mano izquierda de Leonardo da Vinci delató al maestro: fue en su taller y muy probablemente su pincel quien dibujó la Gioconda desnuda conservada en el palacio de Chantilly y envuelta en una controversia sobre su origen.

Como otros grandes artistas de su época, da Vinci no firmaba sus obras, lo que obliga a los expertos a utilizar métodos materiales para atribuir sus cuadros controvertidos.

Han sido necesarios años de investigación a cargo de algunos de los más reputados expertos en la obra de Da Vinci de todo el mundo para determinar que este dibujo sobre cartón, que guarda un evidente parecido con el icono del Museo del Louvre, salió del imaginario de Leonardo y, casi con toda seguridad, de su pincel zurdo.

"Los análisis muestran que la obra fue pintada en el taller de Leonardo con la muy probable participación del propio maestro", asegura Mathieu Deldicque, el conservador del Museo Condé, que desde mediados del siglo XIX alberga el dibujo en los fondos de Chantilly, al norte de París.

Todas las pistas apuntan a ello. Los expertos comenzaron por datar la obra, lo que permitió situarlo a finales del siglo XV o principios del XVI, dentro del periodo de vida del artista (1452-1519).

Las marcas de fábrica demuestran que el papel procede del norte de Italia, donde tenía su taller Da Vinci.

Solo faltaba una pieza del rompecabezas, que apareció en su rostro, en su brazo izquierdo y en el seno que muestra orgullosa. El microscopio descubrió algo oculto a simple vista: los trazos delataron que el autor era zurdo. Como Leonardo.

Con todos esos elementos, los expertos consideran que acaban siglos de controversia, la que ha rodeado el misterio de la hermana desnuda de la célebre Mona Lisa.

Deldicque asegura que se trata de un dibujo preparatorio de una gran obra, que como era costumbre en la época se hacía sobre cartón.

Pero, a diferencia de otros bocetos, este sale de la mano de un gran artista, como pone de manifiesto su factura, pero también el hecho de que el autor introdujo algunas modificaciones en busca de la excelencia, como el hecho de que acortó los dedos de la mano.

Fue pintado después de la obra del Louvre, inspirada en ella, pero sin utilizar a la misma modelo.

"Leonardo pinto Giocondas desde 1603, estaba muy interesado en esa composición y decidió desnudarla. Para él representaba la belleza universal y, al desnudarla, quiso hacer una alegoría del amor, de la seducción", sostiene el experto.

La de Chantilly, según Deldicque, fue pintada al final de la vida del florentino, cuando la edad había dejado ya huella en su salud, estaba parcialmente paralítico, pintaba menos y lo hacía de forma muy lenta.

Leonardo quiso abrir a sus alumnos una nueva vía sobre la enigmática figura femenina que le persiguió toda su vida y que se convirtió en un icono del Renacimiento italiano y francés.

Existen otras Giocondas desnudas en el mundo, pero en ninguna otra hay indicios de que salieran del pincel de Leonardo.

Para avanzar en la comprensión del dibujo y en el influjo que tuvo en la época, el Museo Condé va a organizar a partir del próximo 1 de junio una gran exposición, con motivo del 500 aniversario de su fallecimiento, en la que tiene previsto reunir a todas las Giocondas desnudas conocidas, sobre todo las que se conservan en el Hermitage de San Petersburgo y en el Museo Da Vinci de Toscana (Italia).

Habrá otras procedentes de Suiza, Inglaterra o Praga, asegura Deldicque, que considera "extraordinario" poder verlas todas juntas, "una oportunidad para analizarlas en profundidad, comprender todos los elementos que rodean a esta composición enigmática".

Adquirida a elevado precio por el duque de Aumale, el mayor coleccionista de Francia en el siglo XIX, las dudas sobre si correspondía a Da Vinci comenzaron en la centuria siguiente, dando así origen a una controversia que ahora los expertos consideran superada.

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